Espías

Me admira la capacidad de aguante de Robles y Sánchez para tragarse las ganas de decir algunas verdades

Una mañana recibí una llamada muy rara, una voz masculina me ofrecía colaborar con los servicios de inteligencia de España. Todo en un lenguaje lleno de volutas y recovecos. Al ofrecerme dinero por la colaboración corté la comunicación. Y llamé a Pepe Oneto para decírselo, me ha llamado un tío confuso para esto, pero dándole muchas vueltas, una llamada muy rara. Me dijo que le habían robado la agenda en donde estaba mi teléfono en su despacho de O'Donnell, por eso me habían llamado. Y por lo de Gibraltar, claro. Estuve inquieto varios días. Que el espionaje te tuviera en su punto de mira era cualquier cosa menos agradable. Unas semanas antes había publicado un reportaje en la revista Tiempo, que dirigía Pepe Oneto, sobre el HMS Tireless, un submarino nuclear de la Royal Navy averiado que se reparaba en Gibraltar. Me había llegado un soplo y lo trabajé. Titulamos que en caso de explosión las radiaciones podrían llegar a la Costa del Sol, algo así. Lo he recordado estos días viendo a los independentistas que proclamaron unos minutos la república independiente de Cataluña, ofendidísimos porque habían sido espiados por el gobierno español, o el Estado, como suelen decir. A través de voceros del gobierno autonómico, amenazaban a Pedro Sánchez con el fuego eterno si no les daban explicaciones, disculpas y rodaban cabezas. El gobierno que tenemos, había sorteado lo de Belarra y la invasión criminal de Ukrania, sin demasiado sobresalto, como si ya estuviera acostumbrado al desequilibrio estructural de un gobierno inestable. Pero esto fue presentado como más grave. Tanto que se vio obligado a mandar un ministro 'importante', brazo derecho del presidente, a Barcelona para reunirse con una consejera del gobierno catalán de aspecto huraño y ofendida, mucho. Explicaciones y cabezas cortadas, han exigido, o dan el empujón al gobierno de Pedro Sánchez para acortar la legislatura aunque las urnas fragüen un gobierno de Feijóo y Abascal, que pone los pelos de punta a los nacionalistas catalanes y vascos, y a la izquierda en general. La ministra de Defensa, que había invitado días antes a Belarra a mediar ante Putin para que dejara de bombardear e invadir Ukrania, fue la encargada por Sánchez para defender de nuevo al gobierno, que no se había salido de la legalidad en ningún momento. Sí, me admira la capacidad de aguante de la señora Robles y el presidente para tragarse las ganas de decirle a algunos algunas verdades que yo me sé. Están hechos de una pasta especial, no me cabe duda. Pero vamos, el Tireless catalán, en caso de explosión, habría dañado por mucho tiempo no sólo el territorio autonómico catalán sino toda España. Para espías, claro

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