Qué habría pasado con la tan alabada Transición si el ex ministro franquista Manuel Fraga Iribarne y el ex secretario general del Movimiento Adolfo Suárez no hubieran transigido en sentarse con el perseguido y odiado líder comunista Santiago Carrillo, para dibujar el futuro de una España en democracia? No soy capaz de asegurar nada, pero yo diría que sencillamente la democracia no hubiera sido posible por el sendero pacífico que transcurrió. Y sin embargo, el ex franquista Suárez dejó a un lado las antiguas maldiciones sobre el diablo Carrillo y avanzaron juntos.

¿Habría sido posible el fin de la actividad criminal de la sangrienta ETA sin que los sucesivos gobiernos de PSOE y PP se hubieran sentado a hablar con los dirigentes de la banda que asesinó, entre otros cientos de víctimas inocentes, a gente de sus propios partidos? Tampoco vamos a jugar aquí a adivinos, pero me arriesgo a decir que no habría sido de la misma manera.

Con estos antecedentes, fundamentales y claves para este país, ¿constituye de verdad una traición a la patria, una rendición intolerable, un acto de pleitesía, una vergüenza nacional el hecho de que Pedro Sánchez se siente a hablar con Quim Torra, presidente todavía de los catalanes? Si los herederos de bandos enfrentados en una guerra civil de verdad se vieron en la misma mesa, si demócratas y terroristas tuvieron largas conversaciones ¿no ha demostrado la historia reciente de este país que ese método es una vía posible hacia el entendimiento, que al final el refranero español es tan sabio como dice el tópico, y 'hablando se entiende la gente'? ¿Aunque sea con lo que una y otra parte puedan considerar 'ese tipo de gente'?

Pero en este país, muchos (parece que no la mayoría, aunque se arroguen la representación de todos) siguen con el aspaviento como sistema. Es legítima esta actitud pero no es nada nueva, y desde luego creo que no es buena: ya Rajoy acusó a Zapatero de "arrodillarse ante los terroristas" y de "traicionar a las víctimas" por aquellas conversaciones con una ETA que, es innegable, ha desaparecido.

Algunos quieren asimilarlas, pero la situación con el terrorismo era infinita e incomparablemente peor (tantos muertos, tanto sufrimiento, tanta afrenta) que la que se vive con Cataluña. Y aun así "nos" sentamos con los representantes de aquellos criminales, sin abandonar la ley.

Contra el futuro pesimista que algunos vaticinan, el pasado reciente de este país nos alumbra esperanzas.

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