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España y la violencia

España es uno de los países desarrollados con menor violencia sobre la mujer

Pocos lo sospechan, pero España es uno de los países menos violentos que existen sobre la tierra. Doy por sentado que una afirmación así no será compartida por las víctimas de los numerosos delitos de todo signo que aquí se cometen, incluso que habrá colectivos -como hoy es obligado decir- que puedan sentirse precisamente agredidos por el desvelamiento de la escasa agresividad de los españoles, tan celosamente ocultada.

Manuel Llamas, en Libertad Digital, se ha tomado la molestia de hacer algunas comparaciones estadísticas que, debo confesarlo, me han sorprendido, pues ser medievalista no vacuna del todo frente a lo políticamente correcto. Para empezar, resulta que la tasa de homicidios (0,63 por cada 100.000 habitantes) es la segunda más baja de la Unión Europea, casi un 40% inferior a la media comunitaria. Y puesto que Europa es una de las zonas más tranquilas y seguras del mundo, es fácil deducir que en lo que a muertes violentas se refiere, casi en cualquier sitio están mucho peor que aquí.

La violencia suprema que supone el homicidio no es la única que debe considerarse. Hoy nos parece, con toda razón, especialmente repulsiva la que se ejerce sobre grupos tradicionalmente discriminados o sobre quienes tienen menos posibilidades de defenderse. Esa razón, tan caballeresca en el fondo, es la que hace que la violencia contra la mujer merezca entre los varones una repulsa tan intensa, si no más, que la que sienten las propias mujeres. Las 48 víctimas mortales del pasado 2017 nos soliviantan a todos por igual, pero bueno es saber, aunque nadie lo diga, que estamos en mínimos estadísticos desde que existen registros; más aún, que España es uno de los países desarrollados con menor violencia sobre la mujer, con una tasa de 5,15 mujeres asesinadas a manos de cualquier agresor por cada millón de habitantes, menos de la mitad que en la UE (11,66) y ocho veces inferior que en América (39,6). Un resultado importante de esa realidad nacional ocultada es que si en España hay un 11% de mujeres que declaran sentirse preocupadas por la posibilidad de ser agredidas o asaltadas, en el conjunto de la UE ese porcentaje llega al 21%. ¿Debemos sentirnos satisfechos por ello? En absoluto, pero sí conviene tener la perspectiva adecuada de estos fenómenos globales que no conocen fronteras ni respetan a las naciones aparentemente más progresistas.

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