Cambio de sentido

Las Esclavas de la Libertad

La palabra 'libertad' está escrita en las puertas de regímenes totalitarios y de campos de exterminio

Hace algún tiempo, en nuestras charlas filosófico-guasonas, un buen amigo mío bromeaba con la idea de renegar, libremente, del libre albedrío, que es una esclavitud y una complicación muy grande tener que tomar decisiones todo el rato. "Verdad -comentaba yo entre risas-: hay veces en las que, por querer hacer mi voluntad, he dejado de ser libre". De los buenos ratos en los que jugábamos con estas contradicciones me he acordado en estos tiempos de confinamiento y estado de alarma. Si les soy sincera, les confieso que me han sentado bien ciertas restricciones: los límites que a servidora le costaba poner, me los ponía el BOE o el BOJA. Con lo que a mí me cuesta recogerme (y más aún levantarme), más de una mañana he agradecido haber estado la noche anterior a las once en casa. La de compromisos irrenunciables de los que me han librado las limitaciones. Lo a gusto que hemos visitado museos antes impracticables por causa de esos tenedores de la libertad que son los turistas. "¡Hago lo que quiero!,/ decía una hormiga/ en el hormiguero", escribió Francisco Díaz Velázquez. Tengo enmarcado ese cantar en la pared de mi cuarto, para que nunca se me olvide lo fácil que resulta confundirse en estas cosas. Quien se crea libre de vicios, pasiones, traumas, compromisos y peajes, que tire la primera piedra. No deja de ser curioso que, creyéndonos libres de hacer o ir adonde nos dé la gana, colapsemos las carreteras el mismo día y a la misma hora para ir todos a la vez dirección a la playa, al centro comercial o al trabajo.

Todo esto viene a propósito del empleo indiscriminado y falsificado que últimamente dan algunos a la libertad. Esto no es nuevo: se trata de una palabra escrita en las paredes de los regímenes totalitarios más perversos y en los dinteles de los campos de exterminio. La libertad, que brotó sin idea, negativa, para marcar la ausencia de cadenas, no sólo se ha rellenado de mugre ideológica, sino que continuamente se usa para significar otras cosas. Libre, ahora, quiere decir gratis. Por decir poder adquisitivo, privilegios o primero yo y por último yo hay quien dice libertad. Hay, incluso, quienes gritan libertad pero están radicalmente en contra de que los demás vivan, sean, se ayunten, recen, dejen de rezar o coman como crean oportuno. Recuerdo cuando, también en nuestras charlas juguetonas, la poeta Isabel Escudero proponía fundar -y se sonreía- la orden de las Esclavas de la Libertad. Parece menester -¡ay!- más que nunca.

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