Dicen que los políticos gaditanos están enzarzados en mil disputas. Y no sólo quienes son de partidos diferentes, a lo que estamos acostumbrados, sino incluso aquellos que forman parte de la misma coalición de gobierno o entre los que se apoyaron hace algo más de tres años en la votación que decidió el futuro de la Alcaldía. Lo peor de todo no son las diferencias, lógicas y hasta sanas en política, sino el impresentable tono que se está utilizando en un momento clave para los próximos comicios y con soterrados movimientos internos para colocarse en el mejor lugar posible de cara a las listas del próximo año. Los nervios afloran en todas las formaciones y ya vale casi todo: inaugurar fuentes, dar ruedas de prensa en balaustradas rotas, llevar la judicialización de la gestión municipal hasta el extremo o buscar las cosquillas del gobierno desde el poder que se ejerce en otra administración.

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