HACE unos días un animal bien alimentado agredió sin razón, porque la agresión y la razón no mezclan, a un periodista. Los datos indican que la profesión de periodista tiene un plus de peligrosidad mucho más alto que el de sindicalista, y que lo mismo ocurre a la hora de hacer un buen uso de la libertad de expresión, las palabras de unos son más demandadas y perseguidas que las de los otros ante la administración de justicia. Desde aquí mis respetos ante Fernando Santiago.

No me parece que en esta ciudad los/as periodistas se expongan ante las iras de animales heridos por la noticia o la opinión, o expuestos ante la justicia. La vida local ha dado perlas informativas desde siempre, desde el que siendo alcalde se compró un castillo, pasando por los 16 años del infame gobierno de Independiente Portuenses, o las actuales operaciones triunfo para más suelo industrial cuando no logran ocupar el suelo vendido, ni vende regalado el suelo que les queda.

De estos solo puedo testificar a favor de un corto número de profesionales de la prensa que fueron y son capaces de servir a la profesión, de servir a la información, y con quienes en algún caso judicial compartí ser sujetos de querella penal. De los/as demás solo fui testigo de su servilismo a la siempre escasa nómina, o de otros regalos, pero no de su honradez. De las empresas mediáticas locales mejor destilar en otra ocasión.

También es cierto que de un tiempo a esta parte es difícil encontrar noticias en esta ciudad que hieran la sensibilidad animal, basta con buscarlas en la prensa. De ser mía la tarea de todos los días decidir portada, lo haría con el endemismo portuense, el drama socioeconómico del desempleo.

Hago patria por trabajar para paliar este dolor, y propongo más por la razón y la acción que por la fe y la devoción, asunto este último que parece ocupar con celo al gobierno local, bien entronizando, bien dando cursos de formación ocupacional en saeta, o bien ignorando el virus cristiano pro-cruzadas que ha infectado el colegio público Costa Oeste.