Encuesta arriba

Las encuestas producen multi metamorfosis en los estados de ánimo de los electores y de los políticos

Julián Marías aplicaba a la filosofía un fenómeno científico de cuyo nombre no logro acordarme. Consistía en la existencia de fenómenos que no podían estudiarse en condiciones naturales porque, cuando acercabas la luz que te permitía analizarlos, la luz los alteraba. Lo mismo pasa en política con las encuestas. Las encuestas tratan de analizar el estado de opinión del electorado, pero, al acercarse a estudiarlo, lo alteran y lo alteran todavía más cuando se publican esos resultados.

Las encuestas andaluzas producen multi metamorfosis en los estados de ánimo de los electores que estudian y en el de los políticos. El PSOE gana en todas sin grandes alharacas, de modo que el conformismo estoico senequista andaluz sale victorioso… y desmoviliza a sus votantes potenciales. Podría ser incluso una profecía que se autodestruya o se autorrebaje.

El PP queda bastante tocado, no sólo por los malos resultados, sino porque resulta (si creemos las encuestas) un voto inútil. Es un tiro en la línea de flotación de su estrategia, porque su ataque a Vox es por ser… un voto inútil y su ataque a Ciudadanos es que es un voto inútil… para cambiar a Susana. En cambio, el hipotético votante de Vox tendría un triple aliciente tras las encuestas: 1) votar al PP con la nariz tapada tampoco va a resultar muy útil. 2) Susana es más de lo mismo, o sea, que pereza, desilusión, aburrimiento, resignación, todos los que se quieran, pero miedo pánico, ninguno. Y 3) Vox roza la representación, lo que sí sería una novedad ilusionante en una campaña llena de caras viejas y discursos antiguos.

Ciudadanos se ha atado las manos diciendo que no pactará con Susana. Podemos, igual. Entiendo a ambos, pero con las encuestas diciendo que habrá que pactar con Susana sí o sí, las sendas dignidades desinflan posibilismos y sería más rentable subir el tono de las exigencias. En cambio, C's corteja al PP. Ahí sí han leído las encuestas: es la única emoción que les queda (o segundos o terceros) y van hacerle la cama a Moreno Bonilla a base de manos abiertas y abrazos del oso.

Si no se hubiese puesto tanto foco en las encuestas, oiríamos más propuestas. Las encuestas, esas fotos inmóviles de un proceso dinámico, están paralizando la campaña a fogonazos. Acierten más (profecías que se autorrealizan) o menos (que se autodestruyen), nunca sabremos cuál habría sido el resultado real sin la distorsión de las encuestas.

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