Confabulario
Manuel Gregorio González
Zapater y Goya
de poco un todo
Me cuenta Carmen Oteo, la certera columnista del Diario de Jerez: "Quería haber escrito de las Monster high, que son unas muñecas horribles, pero me ha faltado inspiración". No puedo más que quitarme doblemente el sombrero. Primero, por esa lección de que la inspiración es imprescindible incluso para hablar de las más espantosas muñecas. Se puede creer desde fuera que esto de escribir artículos de opinión es soltar tu opinión y ya, como si yo digo ahora que me parece muy feo todo lo que va sabiendo de los ERES en Andalucía, ese monster high de nuestra autonomía. O si califico de genial esa iniciativa de los mossos d'esquadra de protestar contra los recortes de Mas hablando sólo en castellano, una de las dos lenguas españolas de allí. Aquí no venimos a decir que algo nos parece mal o bien, sino a crear un espacio de reflexión común gracias a la literatura. Sin inspiración no hay manera de crear ese lugar. Yo tendría que saber explicar, por ejemplo, que lo de los mossos es digno de una comedia de Aristófanes. En el caso de las Monster high, además, la inspiración es fundamental, porque hace falta mucha gracia para no ofender ni a las niñas que se han apuntado a la moda ni a sus Majestades los Reyes Magos, que, como modernos monarcas parlamentarios, van firmando todo lo que les ponen por delante, y a otra cosa, que nos vamos… Y a la vez hacía falta mucha brillantez para explicar el síntoma tan estremecedor de que algo va mal cuando las niñas no quieren jugar ya con muñecas que hagan el papel de bebés sino con unas que responden a los nombres de "Abominable" o "Loba", que representan a seres que vienen de la muerte, y que no pretenden despertar ternura sino terror. Habría que hacer unos extraños equilibrismos entre la extrema sensibilidad de quienes no quieren que se les critique su falta de sensibilidad y la necesidad de mostrar que estas modas no vienen porque sí. Conseguir eso es muy difícil, y Carmen Oteo, porque sabe que inspirada ella puede de sobra, faltándole la inspiración, lo dejó pasar. Aplicó la enseñanza de Antonio Machado: entre el hacer las cosas bien, que es de lo que se trata, y el hacerlas mal, hay un justo medio, que es no hacerlas. Pero he hablado de dos lecciones. La segunda es más personal. Yo también pensé que las Monster high se merecían una columna en forma de grito en el cielo. Pero no me hice esa consideración tan de articulista auténtica de Carmen Oteo. Simplemente me dije (me recuerdo pensándolo estas Navidades) que mi hija todavía no estaba en la edad de jugar con esos engendros, y que ya les presentaría batalla cuando no me quedase otra. Qué postura más chata. Oteo no lo escribió por una exigencia literaria exquisita y yo no lo hice por un burdo egoísmo comodón. Como ven, me ha dado dos verdaderas lecciones… con un artículo inexistente. Ya pueden calcular ustedes cuánto aprendo de los que sí escribe.
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