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la tribuna económica

Gumersindo / Ruiz /

Elogio de lo concreto

AUNQUE el libro de Gertrud Höhler sobre Angela Merkel es poco riguroso y exagerado, pone de relieve cómo las circunstancias de su vida, la educación sobre todo, explican su comportamiento actual. En efecto, se crió en una dictadura en la que aprendió a no confiar en nadie y a no comprometerse. Como dice el comentarista de The Economist, su experiencia fue que tener valores resulta peligroso y es mejor seguir un comportamiento vago e impreciso, que nadie sepa exactamente lo que piensas, adaptarte a las circunstancias, y nunca anticiparte. Su gestión de la crisis no ha podido ser más ambigua, actuando siempre a remolque, sin otro criterio que evitar un deterioro irreversible en la Unión Europea, y atender las presiones de su coalición de gobierno y las encuestas y resultados electorales.

Esta forma de hacer no haciendo es contagiosa, y entre nosotros tenemos también la sensación de que corren las semanas y los meses y no se concretan cuestiones que afectan a la economía española, y tienen su reflejo en la de Andalucía. El real decreto de finales de la semana pasada no puede ser más frustrante; nos encontramos ante sesenta y una páginas de párrafos interminables, retóricos, que no ofrecen ninguna perspectiva ni frescura a los problemas de financiación con que los empresarios se enfrentan día a día. Quizás se habla tanto de las cosas con semanas, meses, de antelación, que cuando llegan están descontadas, el tiempo transcurrido hace que se necesite siempre algo más, se comprueba que todavía falta algo para empezar a funcionar, y -una vez más- se dice lo que se quiere hacer, pero no se hace.

La intervención de entidades financieras poco requiere a estas alturas; en todo lo que se legisla da la sensación, como dicen en el mundo anglosajón, de que se echa el cerrojo al establo cuando el caballo ya se ha escapado. Las futuras crisis financieras serán muy diferentes a las anteriores y los problemas vendrán de la negociación bursátil, los índices, la mala valoración del riesgo como consecuencia de la represión financiera y los bajos tipos de interés, y las nuevas formas en que se transformará el crédito. Los esfuerzos por capitalizar son inútiles si no se trata ya de una vez el problema de los activos inmobiliarios, con la complejidad y amplitud que requiere, participando todos los agentes implicados, incluidos promotores y constructores. La visión de la Autoridad Europea Bancaria de fijar el capital bancario en el 9% es arbitraria, y no proporciona más confianza a unos mercados preocupados por el activo más que por el pasivo, en un entorno económico donde la única perspectiva que se ofrece es paro, morosidad, y menos crecimiento. Una entidad no es eficiente sólo por tener más capital, al contrario; en circunstancias normales de la economía esto es señal de fortaleza, y debería aumentarse para evitar un exceso de crédito, pero en momentos como los actuales es aconsejable actuar directamente sobre los activos, la liquidez, estimular la economía y favorecer el crédito. Todo un programa que espera concreción, textos ágiles, simples, que aborden los temas de manera completa, en el Boletín Oficial del Estado.

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