Elecciones sin centro

Sería bueno que los dos polos ultranacionalistas no tengan en sus manos la formación del Gobierno que venga

Vienen unas elecciones generales propiciadas por los dos polos ultranacionalistas de la política española; los partidarios de un 155 duro e indefinido en Cataluña y los soberanistas dispuestos a su independencia a cualquier precio. Haciendo bueno el aserto británico de que la política hace extraños compañeros de cama, el miércoles ambos polos unieron sus votos para rechazar la propuesta de presupuestos pactada por PSOE y Podemos. El horizonte electoral se presenta con Ciudadanos y PP cada vez más escorados a la derecha, hipotecados por el discurso intolerante de Vox en política territorial, igualdad o inmigración. Y con el PSOE inclinado a su izquierda, arrimado a Podemos. El centro moderado se ha quedado no viudo, con uno de sus componentes ausente, sino huérfano por inasistencia de ambos.

Los soberanistas catalanes, que son ultranacionalistas aunque agiten la bandera azul con las doce estrellas amarillas de la UE, eran los extraños compañeros de la moción de censura contra Rajoy de mayo pasado. Sus votos son los que han llevado a la derecha nacional a calificar a Sánchez de ilegítimo, cobarde, traidor, incapaz o felón. Pero los incómodos aliados de Sánchez han cambiado de cama y han sido los cómplices necesarios de la caída del Gobierno y la convocatoria electoral. Sus votos no molestan a quien los usa, pero sirven para el escarnio de los adversarios. Ábalos, el hombre que hace oráculos que el presidente no siempre atiende, ya ha empezado a afear a PP y Cs su efímera connivencia con el separatismo.

Todo esto ocurre mientras arranca el juicio contra el intento de secesión catalana de septiembre y octubre de 2018. Un caso que el independentismo aprovecha de manera descarada para lo mejor que sabe hacer; propaganda. En su declaración, Oriol Junqueras empezó beatífico. Se ubicó como un hombre de Dios; en sus primeros párrafos habló del humanismo cristiano que inspira sus actuaciones y de sus trabajos en los archivos secretos del Vaticano... Para a continuación explicar que todo lo que hicieron es legítimo, respaldado por una amplia mayoría parlamentaria y multitudes pacíficas. Y concluir considerándose un preso político. Así, con este raca-raca vamos a estar tres meses, a merced de quienes piensan que su estrategia plebiscitaria está por encima de cualquier ley.

Sería bueno que los ultranacionalistas de los dos polos no tengan en sus manos la formación del Gobierno que venga. Aunque la moderación no está de moda.

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