El editor Rupert Murdoch, que controla las cadenas Fox y Sky o los periódicos Sun, Times y Wall Street Journal, presume de haber tratado a todos los presidentes americanos desde Truman. También alardea de su imbatible nómina de relaciones con jefes de Estado de todo el mundo. El magnate, consciente de lo efímero que es el poder político, sostiene que un presidente dispone de seis meses para dejar huella en la opinión pública y marcar su agenda. Después todo consistirá en apagar fuegos y luchar contra la oposición. Pedro Sánchez ya ha consumido una décima parte de ese periodo dinámico. Por cierto que en su libro Fuego y furia Michael Wolff documenta cómo en los primeros meses de Trump en la Casa Blanca, Donald se jactaba de que el editor lo llamaba constantemente, mientras en realidad Rupert estaba harto de que el neófito presidente le tuviese al teléfono en todo momento.

Sánchez ha dado pistas sobre su calendario. En una entrevista ha dicho que quiere acabar la legislatura en 2020. Es un deseo, no un compromiso, porque la realidad va por otra parte. En su primera comparecencia en el Senado ha sido más prosaico y ha reconocido que su Gobierno no reformará la financiación autonómica. Considera imposible un pacto de estado en este momento. Casi igual de difícil era hace dos meses con el PP, pero a Rajoy se le exigía… Tampoco reformará el sistema de pensiones y otros asuntos pendientes. Lo que nos aboca a una estrategia de gestos para su clientela, a ser posible baratos, y que tengamos elecciones cuando al PSOE le convenga. Pronto.

Lo mismo puede decirse de las elecciones andaluzas. Ya tiene Susana Díaz argumento para desdecirse, sin perder la compostura, de su cantinela de que no habría adelanto. Se lo ha dado el nuevo presidente: la mejora financiera de la autonomía regional no puede esperar a que un Gobierno centralista coja valor. Lo primero, Andalucía; el mismo eslogan de Trump. La presidenta hará lo que mejor se le da, envolverse en la bandera blanca y verde; la tentación pujolista/populista que da votos en la era de la democracia sentimental. La estabilidad era un lema para la galería. Y además incierto. Defensor del Pueblo, Cámara de Cuentas y Consejo Audiovisual, tres de los cinco órganos institucionales previstos en el Título IV del Estatuto están caducados y sus miembros en funciones. La RTVA no tiene ni presidente ni director general desde hace años...

Así estamos. Husmeando cuando conviene anticipar. Pendientes de la propaganda.

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