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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El Ejército ayer y hoy

El Ejército ha sido la institución que ha experimentado una transformación más positiva en las últimas décadas

Hace no demasiado tiempo, las Fuerza Armadas eran vistas con enorme desconfianza por sectores más o menos amplios de la población, sobre todo por los que se identificaban más con postulados ideológicos de izquierda y tenían grabada en las meninges la imagen del Ejército como un estamento fuertemente conservador, poco profesional, reacio a cualquier avance político y garante de un orden social caduco. Si todavía quedaba alguien con esos viejos clichés, la actuación llevada a cabo por los militares durante los días más duros de la pandemia o la que se ve desde hace años en cada incendio forestal de importancia, en cada inundación o en cualquier calamidad pública serviría para disiparlos. En España, la transformación que convirtió a los militares en profesionales al servicio de la sociedad y que alejó todos los viejos fantasmas que habitaban en los cuarteles tuvo dos hitos con una enorme capacidad transformadora. El primero fue la entrada en la OTAN en marzo de 1982, con lo que el presidente Leopoldo Calvo Sotelo cumplía uno de sus principales objetivos. En vez de mirar obsesivamente hacia dentro el Ejército empezó a volcarse en el exterior, a viajar y hablar idiomas y, sobre todo, a participar en misiones y maniobras con miembros de las fuerzas armadas de otros países. El segundo, quizás el más significativo para el conjunto de la población fue el final de la mili obligatoria en marzo de 2001, con José María Aznar al frente de un Gobierno del PP. Con la supresión del servicio militar el Ejército se profesionalizó. Ya sólo se tenían que dedicar a él los que de verdad sentían vocación y veían en la milicia una forma de vida. Dejaba de ser un peaje a pagar por todos los ciudadanos, que suponía un paréntesis vital en pleno periodo de formación y que poco positivo aportaba.

Gracias a estos dos hechos y a la cada vez mayor formación de los militares que salen de las academias, el Ejército ha sido, posiblemente, la institución que ha experimentado una mayor y más positiva transformación en España en las últimas décadas. Se ha adaptado a la democracia y al progreso social mucho mejor quer otros estamentos, en los que todavía se ven resistencias. Pero le sigue fallando algo que debería ser fundamental para cumplir plenamente su función: la conexión con la sociedad. Los militares siguen siendo para la inmensa mayoría de la población unos desconocidos que permanecen aislados en sus cuarteles. Sólo se habla de ellos cuando alguna calamidad, como la pandemia, los pone en la calle o cuando ocurre alguna incidencia grave en las misiones internacionales en las que participan.

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