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La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Ejercicio fallido de invasión

Cuidado, Vox, con provocar unas elecciones anticipadas en Andalucía: a Juanma Moreno le vendrían bien

Utilizar como carne de cañón a miles de parias generados por la injusticia propia para invadir una nación soberana teóricamente amiga dice mucho del carácter de un régimen que formalmente es una democracia y materialmente un Estado policial coronado por un sátrapa corrupto.

Marruecos viene siendo el vecino molesto con el que hay que convivir porque enemistarnos con él nos traería perjuicios enormes (piensen en la lucha contra el terrorismo yihadista, el narcotráfico y la inmigración irregular. Mejor conllevarse con paciencia que romper en un arrebato de indignación por algunas de sus bravatas, presiones y chantajes.

En esta ocasión Mohamed VI ha cosechado una rotundo fracaso. El Gobierno español ha actuado correctamente, con serenidad y firmeza: visita de Pedro Sánchez a Ceuta y reforzamiento militar y policial de esta ciudad con el doble objetivo de defender la frontera y socorrer a los pobres engañados que picaron en el señuelo de sus gobernantes. Seguridad y humanitarismo no tienen por qué estar reñidos. Si acaso cabe objetar que la atención al líder del Polisario que Rabat ha usado como pretexto para su desafío debió comunicarse y no ocultarse al gobierno marroquí.

En cambio la oposición ha fallado con estrépito. Pablo Casado ha tenido uno de sus ataques de esquizofrenia política: en privado se pone a disposición de Pedro Sánchez, y al día siguiente en el Congreso proclama que la culpa de esta crisis es de su Gobierno caótico y débil. Como si en 2002, con un Gobierno de Aznar de mayoría absoluta, Marruecos no hubiera ocupado el islote de Perejil. Sánchez ha logrado también el respaldo unánime de la Unión Europea -no así el de Estados Unidos, que va a su bola-, recordándole además al invasor que desde 2007 ha recibido 13.000 millones de euros, precisamente por vigilar la frontera sur de Europa.

Si la derecha se ha desmarcado de una política de Estado bien concreta, la ultraderecha ha desbarrado. Santiago Abascal viajó a Ceuta en plan demagogo para exigir al Gobierno lo que el Gobierno ya había hecho, y sus subordinados de Andalucía han dado un ultimátum a Juanma Moreno, amenazando con retirarle su apoyo en el Parlamento andaluz por haber acogido a ¡trece! menores que ya estaban en albergues de Ceuta antes de este episodio. Cuidado, Vox, que Moreno atraviesa una etapa dulce en la Junta y en unas elecciones anticipadas le iría bien.

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