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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Ejemplo para las generaciones mimadas

Ojalá las generaciones mimadas demostremos la capacidad de superación de nuestros padres y abuelos

Desde quienes nacieron en los años 50 hasta hoy se han sucedido varias generaciones mimadas que ahora se enfrentan, en la vejez, la madurez o la juventud, a una crisis sanitaria, social y económica como jamás habían sufrido. Entiendo por generaciones mimadas las que no han tenido que afrontar una tragedia colectiva, ya se trate de una guerra, una crisis social y económica de gigantescas proporciones o una epidemia que alteren gravemente la normalidad de la vida cotidiana y traigan un cortejo de muertes, paro y pobreza. Padecimos el franquismo. Pero uno de sus éxitos a partir de los años 50 fue la apariencia de normalidad cotidiana que atrajo pronto a millones de turistas. Ahora nos enfrentamos a algo por completo distinto: la suspensión de la normalidad cotidiana por un plazo angustiosamente indeterminado de tiempo.

Los abuelos de mi generación, que es la del 52, nacieron en el entorno de la catástrofe del 98 y tras ella vivieron la guerra de África, la dictadura (o dictablanda en comparación con la que había de venir) de Primo de Rivera, el sueño y la casi inmediata descomposición de la Segunda República, la guerra civil, los terribles años 40 de brutal represión y hambre en España -primero mientras Hitler devoraba Europa, después en la autarquía de represión y hambruna-, los difíciles años 50 de trabajos agotadores y penurias para salir adelante y, por supuesto, la dictadura hasta 1975/1977. Nuestros padres fueron niños o adolescentes durante los difíciles años 30, jóvenes durante la guerra civil y los terribles años 40. Todo lo sabían sobre la muerte, el miedo y el hambre.

Quienes nacieron a partir de los 50, pese a la dictadura, lo hacían a otra España. El año que nací yo fue el último de las cartillas de racionamiento y del aislamiento internacional. Mis hijos nacieron en plena democracia. Cada cual ha tenido que soportar el peso habitual de la vida, más cargada de males para unos y menos para otros, pero sin añadidos -salvo ETA- que sumen kilos de desgracias a las personales que se soportan en la normalidad democrática. Pero apareció lo que difícilmente se preveía y los nacidos a partir de los 50, esas generaciones mimadas de las que les hablo, tuvimos que enfrentarnos a una situación digna de la más exagerada película de catástrofes. Esperemos afrontarla con la entereza y la capacidad de superación que nuestros padres y abuelos demostraron.

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