La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Ejemplar actitud del Papa

Al elegir Dublín quiso dar la cara en uno de los epicentros del escándalo para denunciarlo con dureza

Terminaba ayer diciéndoles que no sólo a la Iglesia hay que pedirle máxima dureza en la denuncia y castigo del abuso de menores, también a los políticos para que, en vez de oponerse a la prisión permanente revisable, se endurezca el carácter preventivo y punitivo de las penas. En lo que a la Iglesia se refiere hay que decir que los horrores desvelados desde Chile a Pensilvania, pasando por Irlanda y tantos otros lugares, ha sido afrontada por los papas Ratzinger y Francisco con dolor, decisión y una dureza justificada por Jesús Nazareno: "más le valiera que le ataran el cuello a una piedra de molino y le lanzaran al mar que escandalizar a uno de estos pequeños".

El pasado 20 de agosto Francisco publicó una dura Carta al pueblo de Dios cuya lectura íntegra recomiendo. Permítanme extractar algunos fragmentos: "Nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado… Nunca será poco todo lo que se haga para evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse. (…) El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado o silenciado. Pero su grito fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar o, incluso, que pretendieron resolverlo con decisiones que aumentaron la gravedad cayendo en la complicidad. (…) Con vergüenza y arrepentimiento asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. (…) Hago mías las palabras del entonces cardenal Ratzinger: "¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él!". (…) Nunca más a todo tipo y forma de abuso".

Al elegir Dublín ha querido dar la cara en uno de los epicentros del escándalo para denunciarlo con dureza: "El hecho de que las autoridades eclesiásticas -obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros- no afrontaron adecuadamente estos repugnantes crímenes ha dado lugar con justa razón a la indignación y sigue siendo una fuente de dolor y vergüenza para la comunidad católica. Comparto esos sentimientos". Ojalá los políticos actuaran así. Lo que no impide que los enemigos de la Iglesia -que la odiarían por perfecta que fuera- sigan acusándole de encubrimiento.

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