EL nacionalismo catalán moderado de CiU y de parte del PSC fue, hasta hace un año, uno de los elementos de estabilidad de la política española. Y catalana. Aunque CiU ha sacado buena partida de sus apoyos a los gobiernos en minoría en el Congreso de los Diputados, el viejo partido de Jordi Pujol también prestó grandes servicios al Estado. Pero el nacionalismo lleva el virus de la independencia en su seno, y al final siempre da la cara. Han trabajado durante 30 años para esto. Es lo que le ha pasado a CiU, echada al monte del soberanismo, pero sin llevar una bandera que sólo beneficia electoralmente a ERC. Artur Mas, presidente de la Generalitat, ha jugado durante varios días a avivar la tensión con sus dudas sobre si asistir a la entronización de Felipe VI, al final, viajará a Madrid, aunque los diputados catalanes se abstendrán en la sesión donde se apruebe la ley de abdicación. Estas razones han llevado a Josep Antoni Duran Lleida a romper con la coalición, un paso que, posiblemente, le llevará a tratar de abrir una nueva plataforma nacionalista que no abogue por la independencia, sino por el pacto con el Estado. La gota que ha colmado el vaso del moderado Duran ha sido la abstención de la ley de abdicación; ahora, dimitirá de sus cargos en la coalición CiU -es secretario general- y dejará las comisiones en las que participa en el Congreso. En principio, quiere seguir siendo portavoz, posiblemente para no renunciar a esa plataforma si da un nuevo paso. Durante estos últimos meses, Duran y el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, han intentado abrir una tercera vía entre la posición independentista de Artur Mas y la firmeza del Gobierno; se trataba de una negociación complicada, que hubiera requerido concesiones por ambas partes, pero que no era mal vista del todo por el Ejecutivo de Mariano Rajoy. El partido de Duran, Unión Democrática, es minoritario, se ha mantenido vivo gracias a su poder en la Generalitat y al manejo de sus ayudas -de hecho, pesa una condena firme contra algunos de sus dirigentes por ello-, pero habrá que ver si la figura de este moderado es capaz de articular a los nacionalistas que saben que CiU va al desastre electoral, asfixiado detrás de las demandas de ERC. En cualquier caso, y con independencia del oportunismo que Duran siempre ha sabido explotar, su salida evidencia que el bloque nacionalista moderado se resquebraja a medida que se va acercando el 9 de noviembre, el día en que Mas ha convocado un referéndum para someter la independencia a consulta. Duran sabe que a CiU sólo le espera la derrota, el suicido electoral, y quiere aprovechar la oportunidad de formular un nacionalismo distinto al de ERC.

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