Vivimos hace apenas tres años la riada de personas que llegaba a las costas de Grecia huyendo de la guerra siria. Vimos escenas de alegría, dolor, imágenes que no olvidaremos en la vida como la del pequeño Aylan y todos nos llevábamos las manos a la cabeza por lo que estaba sucediendo. Era un drama televisado. Los que vivimos aquí apenas a unos kilómetros del Estrecho sabemos que en esa pequeña distancia que separa la costa marroquí de la española el drama es diario y las imágenes nos acompañan desde hace muchos años. Convivimos con ello y, desgraciadamente, lo hemos metido como una rutina demasiado dura. Ahora intentan cruzar como nunca desde el punto de vista cuantitativo, por centenares cada día y volvemos a despertarnos. Como se ha repetido hasta la saciedad en las últimas jornadas, es nuestro Aquarius particular pero volveremos a acostumbrarnos otra vez. Así somos.