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cuchillo sin filo

Francisco Correal

Doscientos mariposa

AUnamuno lo destierra el dictador Primo de Rivera a la isla de Fuerteventura en 1924 "no por sus ideas, sino por sus extravagancias" y por cuestionar "la majestad femenina de España". Argumento que le hace merecedor al militar jerezano de un homenaje por parte de los colectivos feministas. Fueron cuatro meses de gozoso enclaustramiento, precursor del destierro que se autoimpuso muchos años después el portugués Saramago en Lanzarote tras la publicación de El Evangelio según Jesucristo. Entretuvo el tiempo Unamuno en jugar al ajedrez con los extranjeros que le visitaban y en interesarse por las cosas locales que le contaban los majoreros, gentilicio de tan exóticos isleños para un señor de Bilbao que había sido rector en Salamanca.

Retomo la causa de las ideas y las extravagancias porque estamos atrapados en la fina cuerda que separa ambos conceptos. Las extravagancias se disfrazan de ideas cuando se acude al paralizante argumento de las ideologías, que se presentan en un esplendor pirotécnico que empequeñece el crepúsculo del que hablara Gonzalo Fernández de la Mora. Horas después de que la Junta de Andalucía y la Generalitat de Cataluña dieran el portazo en la reunión del Consejo de Política Fiscal presidido por el ministro Montoro, Mireia Belmonte conseguía la primera medalla para España en los Juegos Olímpicos de Londres. Una Belmonte de Badalona, réplica de la trayectoria biográfica del cantaor badalonés Miguel Poveda. Vladimir Navokov, a quien le gustaba mucho más el tenis que la natación, daría la mitad de su talento literario por ese enunciado de entomólogo: doscientos metros mariposa, alas de Lolita.

La plata llegó pasadas las nueve de la noche y no se oyó repique de campanas. Sólo una china la superó al final de los cuatro largos en la piscina. Ayer fijé esta imagen cuando le di los buenos días a la china de la tienda bajo mi casa que espera al cuarto de sus vástagos, el primero que nace en la Andalucía de Griñán y de sus 240.000 niños junteros. Demografía laboral que resulta de multiplicar por cuatro los sesenta mil hipotéticos parados de la Administración que frenó el portazo de la consejera Martínez Aguayo. Con ese potencial, la Junta de Andalucía reconquista Gibraltar con una tormenta de expedientes.

El pulso entre ideas y extravagancias ha sumido al país en una gigantesca piscina donde todos vamos nadando a espalda: cuanto más creemos avanzar, más retrocedemos. Ya no hay desterrados ni exiliados. Sólo emigrantes, como antaño. Sin divisas ni oro de Moscú. El efecto mariposa de la globalización nos subió al podio con un cartel de hombre-anuncio: Compro Oro, mientras en un Támesis de pitiminí conseguíamos el bronce de Maialen en kayak.

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