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Crónica personal

Pilar / cernuda

Docentes

LOS profesores de Baleares han estado de huelga durante varias semanas para expresar su disconformidad con el proyecto del Gobierno regional de garantizar que los niños aprendan por igual castellano, inglés y catalán.

Las connotaciones políticas de la huelga no se le escapan a nadie con dos dedos de frente y alguno más de conocimiento de la situación que se vive en las islas. Es evidente que los huelguistas están muy condicionados y alentados por quienes pretenden insistir en la idea de los Países Catalanes y consideran que la potenciación de su lengua es la prioridad. Pero independientemente de la politización, hay dos aspectos más que van contra todo aquello que se supone a un profesor, a un docente, a un maestro, por utilizar la mejor palabra para designar a quien dedica su vida a enseñar a los demás.

Uno, el hecho de anteponer la ideología a los intereses de los alumnos, privados de clase por la huelga. Es evidente que los huelguistas no se mueven con los principios que se suponen a un profesor, a un maestro, que busca siempre lo que más conviene a sus alumnos. Segundo, tampoco demuestran inquietud profesional por esos alumnos cuando son tan reticentes a que aprendan el inglés, un idioma que hoy es absolutamente indispensable para moverse en el mundo profesional; incluso el español, con multitud de grandes y pequeñas empresas que sobreviven gracias a los mercados internacionales, donde el inglés es el idioma en el que se expresan ejecutivos y empleados. La enseñanza del inglés debería haber sido obligatoria hace muchos años, décadas, como en otros países de nuestro entorno que nos sacan mucha ventaja en cuestiones laborales.

El presidente Bauzá no se echa atrás, ni siquiera ante el chantaje al que le han sometido los docentes durante las últimas semanas. No debe hacerlo: en primer lugar porque nadie, de ningún ámbito, puede ceder a un chantaje cuando defiende una causa que considera justa. Segundo, y es algo sobre lo que tendrían que reflexionar los presidentes autonómicos en general, porque está peleando para que los jóvenes de su comunidad sean más competitivos en el día de mañana, ya que no lo hacen los maestros de nueva hornada, que se mueven por unos criterios laborales y económicos que tienen poco que ver con lo que defendían los enseñantes hasta ahora. Una parte importante de docentes, nos consta, se lleva las manos a la cabeza ante este disparate de sus compañeros. Pero no están tan bien organizados como para plantarles cara y defender con uñas y dientes los derechos de los alumnos a recibir la educación que necesitan.

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