Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

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Rafael Sánchez / Saus

Divagaciones florentinas

EN el claustro de Santa María Novella, la bellísima iglesia dominica de Florencia, se alza la monumental y un tanto destartalada Cappella degli Spagnuoli, así llamada desde que a mediados del XVI la reservase para su séquito doña Leonor de Toledo, nieta del duque de Alba y esposa de Cosme de Médicis, primer gran duque de Toscana. Mucho tiempo antes de esa hispanización, sus muros habían sido decorados con una serie de esos infaltables y maravillosos frescos sin los que nos resulta inconcebible una capilla medieval italiana. En esta ocasión, el tema elegido fue el agustiniano de la Civitas Dei y el triunfo de la Iglesia, lo que permitió a Andrea di Firenze pintar un amplio programa de temas políticos y morales que fueron considerados por Ruskin como "la obra de filosofía política más destacada de Italia". Ocupando un lugar central en la composición se encuentra santo Tomás de Aquino, la lumbrera dominica, iluminado por el Espíritu Santo y con un libro en la mano.

Al margen de la natural inclinación de los propietarios del convento hacia el Aquinate, resulta reveladora esta elección, la de un santo sabio y filósofo como inspirador de la res publica cristiana, en tiempos que solemos imaginar totalmente supeditados a los derechos de la espada. Desde la perspectiva escogida en la Cappella degli Spagnuoli, la paz, la justicia, la prosperidad y el buen gobierno resultan del cultivo de la sabiduría y de su influencia sobre los más diversos menesteres de la vida social, no de la imposición o de la fuerza. No obstante, el combate entre los lobos y los perros guardianes del rebaño (los domini canes), pintado en el margen inferior de uno de los frescos, incorpora la dimensión plenamente histórica de la lucha entre el bien y el mal, trasladada, eso sí, a las afueras de la sociedad, a las fronteras bien custodiadas de la ciudad.

El azar ha puesto ante mis ojos esa sólida visión cristiana, tan medieval en su expresión aunque intemporal en su simbolismo, hace sólo unos días, al mismo tiempo que todos los medios de comunicación de Occidente se entregaban al recuerdo, y en muchos casos a la exaltación, del movimiento estudiantil de mayo del 68, antítesis completa en fondo y forma de todo lo que los muros florentinos pregonan. Pensaba en ello, divagaba más bien, mientras regresaba a casa desde la Feria del Libro, tan acogedora y abarcable en el baluarte de la Candelaria. A fin de cuentas, también la genial Florencia que pintó los frescos de la Cappella degli Spagnuoli distaba tanto o más que nosotros de la Civitas Dei, y conoció por ello el azote continuo de la discordia civil, terribles revueltas populares y hasta los furores de todo un Savonarola. Pasado ya Pentecostés, ¿tendremos la humildad, cristianos y hombres de buena voluntad, de dejarnos iluminar por la sabiduría que busca la Verdad?

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