al curricán

José Manuel / Serrano Cueto /

Distopía

Año dos mil y pico. El mar escupe a un náufrago en una playa del sur de Europa. Es verano y hay tanta gente bañándose que nadie repara en él. Agotado, se tumba en la arena y mira a su alrededor. Mujeres rubias, hombres rubios, niños rubios. Un tipo con delantal y gorrilla grita "¡salchiiiiichas, wuuuuurst, gürtenboooocas!" y otro, que arrastra una nevera sobre las ruedas de un carrito de la compra, exclama: "¡llevo la Weinzenbier fresquiiiiita!". El náufrago sube al paseo marítimo y camina por las calles durante un buen rato. Entra en un bar, la peña Franz Alba, donde un grupo de personas canta lo que parece una copla autóctona: "¡Viene a esta erde un bootito, más typische no es gibt...!". Sale y llega al ayuntamiento de la ciudad. Frente a él se alza una enorme estatua ecuestre. Se trata de un conjunto escultórico curioso, porque sobre el caballo hay dos personas, una mujer oronda, que es la que lleva las riendas, y detrás un hombre barbudo y con gafas, de menor tamaño, agarrado a ella como si tuviera miedo a caerse. Parece un niñito asustado. En el pedestal puede leerse: "A la memoria de M., que supo llevar Europa a su terreno (o viceversa)". Bajo los arcos del ayuntamiento, el náufrago repara en la inscripción de una placa deslucida: "A todos esos trabajadores que dedican más de 18 horas a sus labores sin tomarse su tiempo de desayuno, que no piden días libres y que jamás se quejan. Ellos han levantado esta nación. Démosles las gracias". Avanzada la tarde, el náufrago llega a un barrio conocido como la Viña. Un grupo de hombres discute acaloradamente. El objeto del debate es la detención de un pescador que días atrás se había sentado a protestar por los recortes gubernamentales en las capturas de pesca. "La manifestación pasiva", dice uno, "hace años que está perseguida", a lo que otro responde: "Pero, hombre, que estaba sentado en su barca...". "¡Dificultando el tráfico marítimo!", responde un tercero. "¡Que tenía el barco varado, coño!", sentencia el cuarto. El náufrago, que viene de muy lejos, de algún lugar que ni siquiera está en los mapas, se acerca y pregunta:

-¿Qué extraño país es este, caballeros?

-Pero, ¿de dónde sale usted? ¡Estamos en Spanien!. Y el náufrago decide volver al mar.

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