Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Diecinueve años

El 14 de julio de 1986 ETA mató a doce guardias civiles entre 19 y 25 años en Madrid

Mi primo Javi y mi hermano Quique lo conocieron. El primero porque pertenecían a la misma pandilla de amigos. Mi hermano Quique, porque fueron compañeros en el instituto de Puertollano. Hoy se cumplen 19 años de la boda de mi hermano con Guadalupe. Se casaron en la localidad extremeña de Guadalupe, con la serie de los zurbaranes por testigos. Ayer lo llamé para recordarle el aniversario y le dije que nuestro primo Javi Naranjo me contó la historia de Pepe Calvo. José Calvo Gutiérrez tenía 19 años y nunca cumplió los veinte. Me cuenta mi hermano, que era con diferencia el alumno más aventajado de la clase, con actitudes para haber estudiado lo que hubiera querido, pero pudo la genética. Vivía en la casa-cuartel que la Guardia Civil tenía en mi pueblo. Calvo Gutiérrez había nacido en Barcelona por los destinos profesionales de su padre y, pese a sus magníficas notas, rechazó ingenierías y otras tentaciones académicas para seguir los pasos de su progenitor, cosa que también había hecho su hermano Zacarías.

El 15 de julio de 1986 se constituían las Cortes Generales después de unas elecciones cuya campaña había coincidido con el Mundial de México. La víspera de aquel acto institucional, ETA activo una carga explosiva al paso de un convoy de la Guardia Civil por la plaza de la República Dominicana de Madrid. Eran las ocho menos cuarto de la mañana. La bomba provocó la muerte de doce guardias civiles con edades entre 19 y 25 años y 78 heridos entre agentes y transeúntes. Calvo Gutiérrez era uno de los más jóvenes. Llevaba unos meses en el cuerpo y, con el resto de compañeros, iba a hacer prácticas de conducción de motocicleta.

La mayoría de los guardias civiles del curso de Tráfico iban dormidos. Calvo Gutiérrez había ingresado en la Guardia Civil en mayo de 1985. Su nombre y el de sus once compañeros figuran en una placa que se colocó en Granja de Torrehermosa, un pueblo de Badajoz del que era natural uno de los fallecidos, el agente Carmelo Bella Álamo, de 22 años. Justo un mes antes, el 14 de junio, en pleno Mundial que ganó Argentina moría Jorge Luis Borges. La ETA volvía a escribir un nuevo capítulo de la Historia Universal de la Infamia. Los 19 años de la boda de mi hermano, del compañero del mejor alumno de su clase, ha activado este recuerdo de aquel joven a quien no le dejaron cumplir los veinte.

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