Día internacional

Giovanni tiene un cromosoma de más y un talento peculiar, fascinante

Hace unos meses me regalaron el libro Mi hermano persigue dinosaurios, de un jovencísimo Giacomo Mazzariol. Aunque el subtítulo dice que es "la historia de Gio, un niño con un cromosoma de más", no es talmente la historia de un chico con síndrome de Down, sino, en realidad, la de su hermano, el autor del libro, que, como buen adolescente, no puede evitar considerarse el centro del mundo. A pesar de lo cual, decidí escribir del libro en el Día internacional del síndrome de Down, que es hoy.

Muchas cosas han cambiado de repente, pero no la conveniencia de honrar a las personas con síndrome de Down. Giovanni tiene un cromosoma de más y un talento peculiar, fascinante. Cuando va a comprar un helado le preguntan: "¿Cucurucho o vasito?". Escoge cucurucho y, cuando se lo afean porque no le gusta, replica: "¡Tampoco me gusta el vasito!" Sabe que estéticamente es mucho más estilizado el cucurucho. Su hermano recoge unas cuantas historias de Gio que nos hacen lamentar que el libro no trate sólo de él.

Sin embargo, está muy bien como está porque el joven escritor autobiográfico no trata a su hermano ni con condescendencia ni con conmiseración. Trata del propio y proceloso proceso de madurez, y de hasta qué punto es difícil ser hermano mayor y preadolescente. Pasa por una depuración personal de aceptación y orgullo en la que Gio no ayuda nada (porque discreto no es), pero en la que es fundamental.

El hermano escritor también tiene talento. Hacia el final, descubre la tesis del "optimismo extremo", que es una disciplina que no le dejaba estar sin sonreír un solo día: "Fallaba una canasta en suspensión y me alegraba porque pensaba que podía haber apoyado mal el pie y romperme un tobillo. Sacaba cuatro en Matemáticas y estaba contento porque pensaba que podría haber sacado un tres". Eso es exactamente lo que Chesterton llamaba "optimismo de mínimos". ¿Un adolescente italiano había hallado el secreto chestertoniano por su cuenta? ¿Por su cuenta? No: lo había aprendido de Gio, al que si preguntan si lo que tiene en la mano es un muñeco o un lobo de verdad, contesta: "Un muñeco de verdad". Una respuesta extraordinaria.

No tengo cerca ninguna persona con síndrome de Down, y menos ahora, que no tengo cerca a casi nadie. Pero quiero sentirlas muy cerca, aunque sea por egoísmo. Por si me sirve para madurar tanto en alegría y hondura como a Giovanni le ayudó su hermano. Falta nos hace.

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