Somos como una plaga. Vamos por el mundo devorando, cargándonos lo que nos encontramos digno de reclamar nuestra atención. Consumimos de modo irresponsable como especie, nos tratamos a nosotros mismos de modo irracional... Quizás sea una visión demasiado pesimista, pero solo hay que ver los avances del cambio climático, los residuos plásticos con los que hemos llenado los mares o la frialdad con la que tratamos la muerte de miles de migrantes, como si fuera algo ajeno a nosotros. Nos da todo igual. No estaría mal parar un momento y reflexionar sobre cómo actuamos ante algunos temas. Por ejemplo, algo que nos afecta cada vez más como es el turismo, su sostenibilidad, sus formas de arramplar con lo que lleva años sobreviviendo en armonía con su entorno, y que en los últimos años no es capaz de superar el aluvión humano, la plaga que arrasa. Como los corrales de pesca de Chipiona.

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