Celebradas las elecciones municipales, se están produciendo ahora sus naturales consecuencias, que son, entre otras, pactos de gobierno, confirmaciones y dimisiones, siendo estas últimas la cara amarga del suceso. Aquí en Cádiz, únicamente puede considerarse victorioso a José María González (a) Kichi que se quedó a un concejal de lograr la mayoría absoluta y a él nos referimos la semana pasada. Ahora toca referirse a los candidatos a la alcaldía que presentaron PP, PSOE y Cs. Este último, mejoró su resultado anterior aumentando un concejal, mientras que PSOE y PP perdieron concejales. Al candidato del PP no le piden cuentas, porque fue un candidato improvisado que ni siquiera había sido portavoz en el mandato anterior. En cambio, el del PSOE sí que ha tenido que rendirlas, por el contraste evidente entre los votos que obtuvo y los que consiguió su partido en las elecciones europeas, con una pérdida para él de unos 9.000 votos. Esto ha determinado su prevista dimisión que acaba de anunciar alegando que no había sabido transmitir su trabajo a los gaditanos. Como apostó por Pedro Sánchez, cuando pocos lo hacían no tendrá dificultadas para mantenerse al frente de la dirección local del partido, como anunció en su acto de dimisión. Fran González es un hombre serio al que difícilmente se le ve sonreír, aunque esto no tenga nada que ver con sus pobres resultados y será sustituido en la portavocia del grupo por Mara Rodríguez. El nuevo grupo municipal decidirá si apoya o no a Kichi. En cambio, sí que sonríe con frecuencia Juancho Ortiz, que tendrá una nueva oportunidad en las próximas elecciones y ha tenido el gesto infrecuente en las áspera política de hoy, de reconocer al ex portavoz del PSOE su compromiso con Cádiz y agradecerle su trabajo.
Esto nos lleva al alcalde electo de Cádiz, que repite mandato. José Antonio Hidalgo, director adjunto del Diario, en un interesante artículo, le saca las cuentas de que ha donado 70.000 euros, durante su primer mandato como alcalde a instituciones benéficas cumpliendo así la promesa hecha de limitar sus retribuciones a la misma cantidad que percibía como profesor de instituto. Por ello, no cobra del Ayuntamiento sino como diputado provincial. Tampoco lo hacía Teófila Martínez, que cobraba como diputada del Congreso. Este ahorro para las arcas municipales no merece más que elogios, aunque a mí me suscita dos reflexiones que no menguan sus altruistas posturas. La primera es lo que cobra un diputado provincial sin formar parte del equipo de gobierno y la segunda, que él habrá resuelto, es que Hacienda es muy rigorista en la cuestión de las donaciones para deducirlas.
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