Tribuna

José Luis Aragón / Panés

Después de la Batalla

El 6 de marzo, un día después de la batalla, se celebró una nueva sesión de cabildo. En el mismo, de los cinco regidores y el Corregidor que componían la Municipalidad, sólo tres de ellos asistieron a la misma, faltando el Corregidor. Ante la falta de concurrentes, no se evacuaron los asuntos y peticiones del día, salvo el nombramiento provisional de cuatro vecinos contribuyentes en sustitución de los regidores ausentes. Tampoco se hizo referencia a la batalla en ningún párrafo del acta de aquella sesión, tan sólo unas ambiguas palabras como: "en las críticas circunstancias del día". Sin embargo, ello no significaba que los chiclaneros conocieran la gravedad de lo ocurrido en el campo de batalla, pues la misma noche del día 5, tras la retirada de las tropas francesas, la población fue asaltada y saqueada por los soldados imperiales supervivientes de la batalla.

Dos días después de la batalla, continuaban las requisiciones y peticiones de medios y suministros a la Municipalidad, para el abastecimiento del Primer Cuerpo del Ejército Imperial del Mediodía. Y cinco días más tarde, se leía en sesión capitular, dos oficios de apremio para el pago de una deuda de más de 2.000 reales de vellón. Petición imposible ante la falta de fondos y medios, por lo que los munícipes acordaron, el día 19, oficiar una representación al Prefecto de la provincia y al general Víctor, dirigida al mariscal Soult en la que suplicaba tuviese la consideración: "de la mísera situación en que se halla esta Villa y sus avitantes: lo que estos han sufrido, perdido, dado y padecido por la presencia del Exercito Imperial (…) muy particularmente en las circunstancias de las desgracias del dia cinco del corriente sufriendo con la mayor constancia los desastres que acarrea la tropa en semejantes casos". Y apelaba a la autoridad y prudencia del general Villatte para que a través de él, el pueblo fuese "libertado de toda contribución". Por tanto, la situación en Chiclana después de la batalla fue más severa y comprometida, quedando sus habitantes reducidos a la más grande de las miserias. Tras los saqueos y robos de los primeros días, la población se quedó sin trigo y harina, y sin carne, teniendo que utilizarse algunos bueyes de labor para la manutención de la población civil y del Ejército imperial. Parecía el fin, pero aún no lo era. Tendrían que transcurrir 17 meses para que los chiclaneros pudiesen mirar al cielo y ver las estrellas, en libertad.

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