Despolitizar Navantia

Las grandes empresas viven de los negocios. En el mundo hay astilleros que ejercen una competencia directa

Una de las medidas necesarias para consolidar la carga de trabajo en los astilleros de Navantia es despolitizarlos. Algunos políticos son como los niños traviesos que van enredando y se cargan casi todo lo que encuentran a su paso, unos metepatas que crean problemas. En la sesión de control al Gobierno de ayer, el PP, por medio de Ricardo Tarno, criticó la gestión realizada por la ministra Margarita Robles. En puridad de la transparencia, debió dimitir tras quedar desautorizada. Eso fue peor que el máster de Carmen Montón. Pero se ve que doña Margarita, aunque va de independiente, prefiere seguir hasta la siguiente. A partir de ahora (cuando parece que la situación se ha estabilizado y que los contratos con Arabia Saudí van ser respetados) lo peor que pueden hacer es volver a meter la pata, tan sólo por sus conveniencias políticas.

En este asunto, los únicos que han actuado con sensatez han sido los trabajadores de Navantia en San Fernando. El presidente del comité, Jesús Peralta, ya lamentó la imagen que se había dado. Pues se ha venido a decir a la opinión pública internacional que unos astilleros no deben construir esos barcos porque después los utilizan en las guerras. Cuando resulta que Navantia tiene astilleros militares en Ferrol, Cartagena y San Fernando, que fueron las sedes históricas de Bazán, y el astillero de Puerto Real se encuentra en el limbo, con encargos civiles o militares, según las circunstancias.

Cualquier empresa debe cuidar su imagen. Navantia también. Las grandes empresas viven de los negocios. En el mundo existen astilleros que ejercen una competencia directa. No sólo los asiáticos de Corea del Sur, China y Japón. En Europa también hay astilleros militares importantes en países como Italia y el Reino Unido, que compiten directamente con Navantia en los pedidos. Se hubieran quedado la mar de contentos si les caen de rebote esas cinco corbetas.

Sin embargo, siguen dándole vueltas. Que si la ministra dimite o no. Que si Susana Díaz le hizo la faena a Pedro Sánchez o no. Que si Pablo Iglesias sigue como una mosca cojonera, erre que erre, contra Arabia y los Borbones, para beneficiar a Irán...

Y a todo eso se suma un falso pacifismo de salón, mientras en Bruselas están pidiendo un aumento de los gastos de Defensa para que Europa sea más independiente y se proteja mejor de los enemigos. Para defender los intereses de Navantia, lo ideal sería que los políticos trabajen en beneficio de esa empresa, y que no hagan una política tan cutre a costa de sus trabajadores.

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