Los ciudadanos pueden llegar a entender que dos instituciones públicas de distinto signo político no se pongan de acuerdo. Están ya más que acostumbrados a que se hagan entre ellos la puñeta aún a costa de perjudicar los intereses de los que les votan y de las ciudades a las que deben regir. Hasta ahí, la paciencia de Job del ciudadano de a pie es palpable. Ahora bien, si el desencuentro se produce entre dos organismos nacidos de la misma madre, en este caso la Junta de Andalucía, a uno se le queda la cara más descolgada que la puerta de un iglú. Gobernación quiere tirar la Escuela de Náutica y Cultura dice que vamos a ver, por aquello de ser un edificio protegido. Y no es el primer desencuentro entre ambas delegaciones. Ya se produjo otro en la Fundación Casa Museo del Carnaval cuando Gobernación señaló que el IES La Viña a lo mejor no acababa por derribarse. De aquí al 2012 esto puede ser insoportable.