EFECTO MOLESKINE

Ana Sofía / Pérez / Bustamante /

Des-esperando un milagro

En Córdoba hay quien ha llorado al perder la capitalidad de la cultura mientras aquí, en Cádiz, estamos aburridos del Bicentenario de 1812 desde antes de empezar. No es solo la crisis. Esta ciudad es pobre. Parte de su población vive anestesiada en la subcultura del paro, el subsidio, el chapuz, el trapicheo, la telebasura y los consuelos identitarios del folclore. Pero una ciudad tiene que tener de qué vivir. Y lo grande suele ser el fruto de la perseverancia desde lo pequeño. Lo nuestro pasa por el mar y tenemos nuestra litoralidad infrautilizada. Habría que dragar el puerto para que vengan grandes buques, algo viable y no tan caro como el disparatado obrón del Guadalquivir para Sevilla. Habría que construir de una vez el tren que facilite el transporte de mercancías para el muelle de La Cabezuela. Habría que potenciar el uso lúdico de la Bahía. Las aguas de El Puerto de Santa María están siempre llenas de chavales que disfrutan aprendiendo a navegar o aprovechando que ya han aprendido, mientras que en la capital la política de incentivación del club Elcano es más bien burocrática y disuasoria: algo, por otra parte, fácil de enmendar. Hay dos marinas contiguas en la Punta de San Felipe sin que en el solar de Puerto América se hayan decidido a terminar o volver a empezar el edificio de servicios varios. Antes había allí un bar puerco. Ahora no hay ningún bar. Tendrían que poder llegar hasta la Punta los autobuses, y convertir la zona en algo más que suburbio para la juventud noctámbula. Por otra parte, toda la barriada de la Paz es convertible en marina al estilo de Palma de Mallorca. De momento hay dos náuticos, Puerto Churri, público, y el Alcázar, un club muy financiado con dinero público pero con muchas ínfulas de privacidad; y un quiosco nuevo y bonito al que le vendrían bien tres camareros (si lo que se desea es atender a la clientela). Pero, en fin: algo va habiendo. Ahora que es la estación de los actos de graduación de los nuevos licenciados, de estos jóvenes que saben lo que es esforzarse y que aún no han dejado de soñar, me gustaría confiar en que Cádiz se dé cuenta de que puede dejar de ser la ciudad que esperaba un milagro en el que había dejado de esperar.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios