Si el voto es la esencia de la democracia, que alguien me intente justificar por qué el mío vale más que el de un madrileño o un barcelonés o menos que el de un soriano o un turolense. Para cámara de representación territorial ya tenemos el Senado, con cuatro asientos por provincia para contentar a los habitantes de las menos pobladas. Es inaceptable que también se les favorezca en el reparto de escaños del Congreso de Diputados. Vamos, que la Ley Electoral es una auténtica chapuza, plagada de imperfecciones. Pero seguro que nadie moverá un dedo durante esta legislatura para racionalizarla, para acabar con las enormes injusticias contenidas en esa lamentable Ley, defensora de la desigualdad de los españoles. ¿Por qué no se moverá un dedo? Pues porque el principal perjudicado en las pasadas generales de que no exista un reparto proporcional y justo fue Vox, al que la obsoleta Ley birló nada menos que 12 escaños.

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