El lanzador de cuchillos

Demasiada Cayetana

En el Parlamento más mediocre de la democracia es sencillamente un animal exótico, una rareza

Ya he contado esta anécdota en alguna ocasión. Ocurrió en la Feria del Libro del año pasado. El historiador y Premio Príncipe de Asturias John Elliott presentaba su último ensayo y me acerqué a escucharle. Terminado el acto, le pedí que me firmara el libro. Mientras improvisaba una dedicatoria, le pregunté por su discípula Cayetana. "Espero que tenga suerte en su vuelta a la política", comentó sin demasiada convicción. Le hice notar que en España nos pasamos la vida pidiendo que a la política lleguen los más preparados y cuando personas con el bagaje cultural, la firmeza de convicciones y la capacidad dialéctica de CAT dan el paso nunca se lo perdonamos. Entonces, sir John dejó el bolígrafo sobre la mesa donde firmaba y me miró con curiosidad antes de hacerme esta confesión: "La verdad es que yo tampoco le auguro un futuro muy halagüeño. Es demasiado brillante". Efectivamente, Cayetana es una provocación para este país envidioso y cicatero. En el Parlamento más mediocre de la democracia es sencillamente un animal exótico, una rareza. Lo normal era el menosprecio -señora marquesa-, el boicot, la purga.

De Cristopher Hitchens, el portentoso y controvertido escritor inglés, su amigo Richard Dawkins dijo: "Si te invitan a un debate con él, no vayas". Ese consejo valdría también para los oponentes dialécticos de Alvarez de Toledo, polemista temible, siempre cargada de razones y argumentos que defiende, además, de manera elocuente. Tiene un discurso incisivo y trabajado; es certera cuando otros se conforman con ser aplicados, imprevisible cuando la tendencia es recurrir al lugar común. En un ambiente habitualmente vocinglero y arrabalesco, Cayetana levanta la barbilla, pero nunca la voz. El resultado es que les moja la oreja a sus adversarios de manera ostensible. Tiene un mérito añadido: ha aportado a la escena pública un discurso en el que cree y que sus enemigos -internos y externos- se han encargado de deformar hasta la caricatura. Cayetana la facha, la radical, la crispadora.

Los hindúes tuvieron la sagacidad de ver y el valor de proclamar que el nirvana, la meta de sus afanes, es la nada. Dondequiera que exista vida, hay también división, enfrentamiento, discrepancia. La izquierda siempre silenció al disidente y el PP neomarianista -por qué lo llaman moderado cuando quieren decir claudicante- se ha contagiado del miedo siniestro a la libertad. Prefiere el argumentario oficial de Teodorín y sus marhuendas al orgullo cimarrón de quien no se avergüenza de sus ideas ni de sus votantes.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios