Demanda social

Quitar de la ley de educación el concepto de "demanda social" no borra la demanda social real en la concertada

En la Comisión de Educación del Congreso, la ministra del ramo, Isabel Celaá, ha confirmado la intención del Gobierno de suprimir el artículo de la Lomce que hace referencia a la demanda social de la educación concertada. Ese concepto había permitido incrementar en los últimos años las plazas en esos colegios. Entorpece, por tanto, las intenciones del Gobierno de que la educación pública sea "el eje vertebrador" del sistema.

Lo chocante es que quitarán la demanda social de la ley, no de la realidad. Queda demostrado una vez más el carácter profundamente burocrático del socialismo, que cree que la sociedad se construye a golpe de decretos desiderativos.

Celaá califica la "demanda social" como un "eufemismo" y, ciertamente, lo es. Funciona como una etiqueta que resume, emborrona y quizá embellece las razones de muy diversa índole por la que los padres pueden preferir y, de hecho, prefieren en muchos casos la enseñanza concertada. Contra maniobras como la de Celaá, avisó Simone Weil con una maravillosa imagen. Por mucho que deseáramos que los indicadores fueran diferentes, no había que alterar nunca el fiel de una balanza, sino los pesos de los platillos.

Borrar la "demanda social" de la ley es como retorcer hacia un lado (digamos la izquierda) el fiel de la balanza. Habría, en cambio, que hacer un estudio a fondo y ver por qué tantas familias creen tener razones de peso para preferir la concertada. Y hacerlo sin prejuicios en contra ni desdenes ideológicos. Roger Scruton ha advertido contra ese tic: "'Populismo' es una palabra utilizada por la izquierda para etiquetar las emociones de la gente normal cuando no tienden a la izquierda". Y quien dice "populismo", dice "clasismo", "capricho", "tópicos" o "insolidaridad". Cuando la ministra deja caer que "el servicio a las familias tampoco puede ser a la carta", está descalificando con desprecio la libertad de elección en algo tan importante como la educación de los hijos.

¿Quiere decir esto que no comparto los desvelos de la ministra por la educación pública? En absoluto. Simplemente creo que deberían concentrarse en conseguir (viendo qué hacen aquellos colegios e institutos públicos -¡los hay!- que son objeto de deseo de los padres y tras estudios comparativos con los concertados y privados) mucha mayor demanda social. Es un indicador (un fiel) imprescindible que no deberíamos ni toquetear ni, mucho menos, arrancar.

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