Eligió él mismo seguir los dos debates por televisión, el de la 1 y el de Antena 3. Por un momento tuve la intención de ponerle el termómetro, pero me contuve. Y me dije "será la fiebre de la adolescencia". Claro, si no tiene interés en la política a sus 16 años no sé cuándo la va a tener. Ya tendrá tiempo de desengañarse. O no. Quién sabe. De momento -y supongo que es una buena señal- se preocupa por lo que pueda ocurrirle a su país en los próximos cuatro años, que no es poco teniendo en cuenta la fama que nuestros jóvenes tienen de pasar de todo y estar permanentemente colgados del móvil. Al finalizar cada debate ofrecía su propia opinión sobre quién había resultado ganador. Todo transcurría con absoluta normalidad hasta que preguntó a sus padres "¿y ustedes a quién váis a votar?". Desconcierto, caras raras, que si el voto es secreto, que si tal y cual... Echando balones fuera, como los políticos. Vete acostumbrando, hijo.

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