El pinsapar

ENRIQUE / MONTIEL

Dar la cara

MIRÉ con mucha atención la comparecencia del lehendakari Ibarretxe ante las Cortes españolas en febrero de 2005. Fue a cara descubierta y el jefe del Gobierno de la Comunidad Vasca hizo un alegato estructurado en función de sus ideas, las ideas de un líder nacionalista que deseaba -desde la Ley, esto es, la Constitución vigente- iniciar el camino sin retorno hacia la secesión del territorio de Euskadi. La Ley, o sea, los mecanismos previstos en la Constitución para el inicio de este acto, el Parlamento se lo negó abrumadoramente. Presidía la bancada azul José Luis Rodríguez Zapatero y era jefe de la Oposición Mariano Rajoy. En desahogo el lehendakari declararía que "no representan (los diputados, las Cortes) la voluntad democrática y libremente expresada por el Parlamento Vasco el 30 de diciembre de 2004". Fue mucho más duro el Gabinete de Ibarretxe al concluir que "es un signo bien elocuente de la imposibilidad de articular un debate abierto, democrático y civilizado en el Congreso" por considerar al lehendakari como un invitado.

Sabemos que ocurrió luego. Ibarretxe se convirtió en un profesor en el extranjero y su proyecto secesionista se guardó en el cajón de los fracasos del Nacionalismo vasco.

A la vista de lo sucedido en 2005 miro lo que puede ocurrir hoy en Madrid, y las consecuencias que traerá consigo. Porque la inmensa mayoría parlamentaria constitucional rechazará la pretensión de los independentistas republicanos de izquierdas y este dirigente errático que ha sumergido a su comunidad autónoma en un lío que no se sabe muy bien como puede terminar. Cuentan con ello y van para recibir la negativa y montar inmediatamente el Plan B que sea, no el humano desahogo de Ibarretxe sino vaya usted a saber cual. En septiembre… o antes. Porque su secreto es estar convencidos de que cualquier iniciativa -desde la Ley- cuanto más perjudicial para sus intereses independentistas será más beneficiosa a la larga y se abrirá definitivamente la especie de que solo los ciudadanos de Cataluña son poseedores de soberanía (el resto de los españoles, no, aunque lo establezca el Art. 1, 2) y, por tanto, tienen derecho exclusivo para decidir sobre la secesión de España, la ruptura de la unidad de la Nación española, "única e indivisible" según la Constitución en su artículo 2º.

Algunos han dicho ya en la Historia que esto es "paciencia y barajar", porque ni contigo ni sin mi tienen mis males remedio, como dice la copla. La novedad de hoy es que este personaje avieso es un cobarde, no tiene la gallardía de Ibarretxe, no da la cara, manda a un segundón con mensaje escrito.

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