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Por los bloques

Óscar Lobato

Crónica negra

Pedro Ingelmo, brillante periodista, presenta mañana su libro Galería del Crimen. Será a las ocho de la noche, en la Asociación de la Prensa de Cádiz. Así que allí estaré, salvo que cenizas volcánicas u otras catástrofes lo impidan.

Ingelmo es más que un excelente cronista con capacidad de investigación. Tiene oficio, sentimiento y cultura. Algo muy de agradecer cuando se curra en un tema tan amargo como la crónica negra.

Los sucesos -la sangre, en jerga plumilla- son al periodismo escrito lo que la piedra de toque en joyería, sirven para establecer la ley del oro; la pureza y calidad de un redactor.

Este ámbito ha alumbrado en nuestra patria a talentos brillantísimos, aunque su paso por el género fuese más o menos largo: Baroja, Azorín, Manuel Vázquez Montalbán, Francisco González Ledesma, Arturo Pérez-Reverte, Juan Madrid, Roberto Montero Glez, Juan José Téllez o Javier Ronda; son nombres que cito para no hacer larga la minuta. Una lista donde incluyo a Pedro Ingelmo, sin dudar.

Antes, todos los periodistas cubríamos la sangre, para echar dientes e hígados en el oficio. Hoy, es tema tabú. A los mediocres les delata, raudo, como carroñeros. Y a los necrófagos, les hace colaboradores de Tele-5. Ahora se prefiere pagar una fortuna a un ladrón de ayuntamientos, antes que el jornal periodistas, honestos y atrevidos.

No me quejo; la vida es así. Por eso Díaz Ferrán sigue presidiendo la Fraternidad de la Costa, pese ese nuevo apañillo suyo con el ínclito Xicola, dueño de Fincas Corral, a quien pagaba habitación en el Ritz, por no dejarle en la indigencia.

Y "¡Opá, yo viasé un corrá!" pensaron esos seis prebostes del Santander que se llevarán 251.000.000 euros de pensión y se jubilarán a los 50, tras diez años sentados en el consejo del banco.

En fin, ya no hay criminales como los de antes. Hoy la crónica negra deberían escribirla los de economía, si encuentran un ratito para dejar de mamporrear.

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