Los partidos, en ocasiones, se toman los votos como si fueran cromos, y allá que se intercambian unos puñados por otros para alcanzar el escaño y el sillón, para alejar a los enemigos del poder o para elevarse a sí mismos a la gloria política interpretando, por supuesto siempre con papal infalibilidad, el sentir de los ciudadanos que les votaron. Dos semanas llevan unos y otros jugando a esquivar pactos, disfrazando con las palabras el evidente ansia de poder y, generalmente, sin que se sepa en qué consisten los acuerdos programáticos por los que los apoyos vuelan de un nido a otro según conveniencias y fobias. Ahí está Andalucía, con el presupuesto amenazado por la tercera pata del triunvirato conservador a la espera de que en otros puntos de España se alcanzara el acuerdo que de verdad importaba a todos. Un cromo por otro sin tener en cuenta que los álbumes no se parecen en nada unos a otros.

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