El cotilleo es algo consustancial al ser humano y si puede servir para despellejar al prójimo, mejor aún. El chisme no tiene por qué ser verdad, lo realmente importante es que se propague. Hemos pasado del boca a boca al tuit a tuit, al like, a compartir o a escribir en los grupos de whatsapp. Una persona decide marcharse de este mundo. Sólo él sabe los motivos que le ha llevado a tomar esa decisión, un paso absolutamente privado. Pero ya se encargan los buitres de opinar las razones que le han llevado a acabar con su vida y se acusa con fotos en las redes a presuntos responsables a los que se les cuelga un sambenito de por vida. Todo el mundo opina, los que lo conocían y los que no. Es el marujeo a gran escala, sin control alguno. La irresponsabilidad elevada al infinito. Y como nos creemos todo lo que nos llega a través de una red social, seguiremos agrandando la teoría goebbeliana de una mentira contada mil veces se convierte en una verdad.

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