Hace pocos años cada viernes o sábado había miles de personas en muchos sitios de España haciendo botellones sin ningún tipo de control. Aquello parecía imposible que se pudiera cortar. Se hizo y no hubo ninguna revolución ciudadana ni los partidos perdieron ningún voto por ello. La gente fumaba en los cines, en los restaurantes, en los autobuses y en los trabajos. Era algo que estaba dentro de nuestras costumbres. Hasta que un día prevalecieron los derechos de los no fumadores sobre los que sí lo hacían y de un día para otro la situación cambió. La justificación para no cortar con las barbacoas era la de una tradición que apenas tenía 30 años de historia y la de que era una fiesta inherente al Trofeo Carranza, pese a que lo que ocurría en la playa parecía que interesaba mucho más que lo que pasaba en el estadio. Este año las barbacoas pasarán a ser un recuerdo y, como todo, se hará con naturalidad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios