SEGURO que la justicia no se equivoca, que cuando los jueces han decidido condenar a cuatro años a un ciudadano italiano y a una gaditana por atentado contra la autoridad por los confusos y ruidosos incidentes del Día de la Patrona de 2007, es porque tienen sus razones. Seguro. Y entonces ¿por qué esta desazón? Todos (bueno, casi todos) llevamos dentro un sentido común de lo que es justo o no, y ese sentido me está encendiendo una luz de alarma con este caso, una luz que es de duda pero también de cierta indignación. Seguro que hay que proteger y respetar a la autoridad, porque es la representación democrática de todos nosotros, sus electores. Seguro, pero entonces ¿por qué esta luz de alarma? Algún cortocircuito, seguramente, en mi cuadro eléctrico emocional. O algo de humedad que le ha caído procedente de esa lluvia de autoridad atacada. Para mí que se arreglaría con un aislante de generosidad y perdón.
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