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Contribuyente bullente

Alguien tendría que escribir un manual (me temo que muy breve) de actividades exentas de impuestos

Incluso aunque me creyese a pies juntillas que el hachazo fiscal ("Haz que pase") que se dispone a dar Sánchez sólo afectase de verdad a las rentas más altas, estaría en contra. Tampoco creo que no se produzca, además, el famoso efecto dominó que va a derrumbarse del todo sobre las clases medias. Ni que no le pegue un arreón a la economía que la deje tiritando, como acostumbran a hacer las subidas de impuestos, cayendo de golpe (nunca mejor dicho) sobre la pobre clase trabajadora.

Pero, aunque nada de eso pasase, también estaría en contra por el mismo razonamiento por el que no doy a mis hijos un billete de diez euros todas las semanas, aunque podría (al menos por ahora) permitírmelo. Ese dinero ni lo necesitan ni les viene bien, porque cualquiera sabe qué de chucherías y chorradas se comprarían. Quiero decir que, abstrayéndonos -y es mucho abstraerse- de las concretas consecuencias sobre nuestras economías domésticas, lo que el Estado necesita, por control de su colesterol, es gastar menos. Ocuparse de lo importante y dejar de alimentar clases políticas, hueras burocracias, subvenciones ideológicas y caciquismo 2.0 con el dinero ajeno.

Eso, ya digo, en el supuesto utópico de que no nos afectase a nosotros, que nos destrozará. Tanto que ha llegado el momento de cambiar las estrategias. Para empezar, descubrir los placeres de no pasar por caja. Alguien tendría que escribir un manual de actividades exentas de impuestos. Respirar. Tenderse en la hierba (a ras del suelo) a ver pasar las nubes. Leer un libro prestado. Ponerse a régimen de adelgazar. Pensar a solas. Hablar al oído de tu mujer. Reírte con tus niños. De esas cosas aún no hay IVA, IRPF o tasas, aunque da miedo dar ideas. Cada vez son menos. Habría que listarlas para protegerlas como una especie en peligro de extinción. Conllevan una especie de lucro inesperado por el hachazo fiscal cesante. Eso las hace actividades más disfrutables aún, gracias a una retórica fiscal que consiste en una activa resistencia pasiva, tratando de despistar al Gran Hermano Recaudatorio.

Y viceversa. El manual podría tener una segunda parte de instrucciones para tratar de revertir ese dinero que se nos abduce en forma de subvenciones políticas, ayudas varias, asignaciones sociales o prestaciones prestas. No sé si podemos montar una asociación ecologista en defensa de una especie seriamente amenazada: la familia de clase media.

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