Continuamos para bingo

Tocar ese edificio inestable que es el mundo de las pensiones es tocar el trigémino del paciente que es España

Dan ganas de cantar el continuamos para bingo. España es un club social de jubilados y jubiladas, viudos y viudas, solteros y solteras, casados y divorciados que, entre número y número que canta la socia que lleva esta semana el juego, comentan "lo de las pensiones", que no acaban de entender del todo, porque, dime, ¿eso nos afecta?. El veintiuno, dos y uno, y se escucha "¡línea!" en el fondo de la sala. Manoli coge toda las línea, qué potra tiene, se lleva otra vez los tres euros del premio. Repito la línea, la línea es correcta. El ministro debería decirnos si la línea es correcta y mucho más si el bingo es correcto. Porque seguro que ha metido el miedo en el cuerpo de muchos, el cuerpo que ya no es lo que era, vencido en el yunque de la vida, a golpes incansables de fragua. Tocar ese edificio inestable que es el mundo de las pensiones es tocar el trigémino del paciente, paciente de paciencia, que es España incluidos los que no quieren serlo pero no renuncian a su pensión, a la que tienen todo el derecho, como el que más. O sea, se aguantan las mentiras de Sánchez bajo la manta de "es la política, todos mienten" pero que te toquen el bolsillo es una catástrofe. La propia Manolita, Encarnación, Mateo, muchos del bingo tienen hijos en paro, nietos que necesitan de todo. Y ya tienen una pensión cortita que estiran y estiran en el altar del amor de la familia. Lo sabe Sánchez, descuida, afirma muy convencido el viejo sindicalista de la UGT, que no se ha movido un ladrillo de la izquierda. Lo que conviene que no olvides, remata, es que Rajoy se gastó el fondo que había entonces. El cambio de cartones del bingo es motivo para pegar la hebra con este tema medular que preocupa tanto a los que van por la última vuelta del camino y no quieren mirar hacia delante, si es verdad lo que ha dicho el ministro de las pensiones, que habrá que trabajar como cuando vivía Franco, muchos años. Entonces se jubilaba uno y poco después se moría, como mi abuelo mismo, y el padre de mi vecino Pepe, y tantos. Jubilarse no traía estas consecuencias de ahora para el Estado, porque raro, raro era que alguien aguantara veinte años jubilado, casi ni diez. Durante muchos años, el tiempo de España fue el tiempo de las viudas de España, es en los últimos años cuando se ha prejubilado gente antes, y hay un medicina muy buena que remedia los males que entonces hacía el luto de España. Continuamos para bingo.

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