Yo te digo mi verdad

Conflictivos para la concordia

Nos hacen falta tanto los independenistas como los nacionalistas del otro extremo. Unos y otros nos hacen dudar

Como todo parece encaminarnos a una crispación política y social cada vez más subida de tono, oyéndose ya el rugir los motores electorales de todos los partidos, quiero proclamar aquí unas cuantas cositas sin la menor intención de contribuir a ese indeseable clima, sino más bien lo contrario.

Y por eso digo que, pese lo que pueda parecer, nos siguen haciendo falta esas voces minoritarias que cuestionan el modelo tradicional de familia y enarbolan su derecho íntimo y social a formar la que ellos quieran y con la opción sexual que su cuerpo y su alma les demanden; seguimos precisando de los idealistas que no quieren dejar de gritar ¡OTAN no! porque la unanimidad a la que nos lleva la narrativa mayoritaria puede ser enfermiza; no podemos pasar de quienes ponen pegas ecologistas a las industrias pese a que estas prometan tantos puestos de trabajo.

Nos hacen falta tanto los independentistas que no se creen lo de la unidad de España como los nacionalistas del otro extremo que quieren acabar con el Estado de las Autonomías, porque unos y otros nos hacen dudar. Si es verdad aquel mito que dice que la humanidad tiende al progreso, se debe a todas aquellas personas y colectivos que se plantearon, que no dejan de plantearse, preguntas.

Precisamos de los y las feministas que desbaratan con hechos y argumentos un mundo construido durante siglos con la visión sesgada de media raza humana, a la vez que deberíamos escuchar a los que alertan de un indeseable escoramiento social hacia el otro lado. Aún nos sigue haciendo falta que miles, millones de personas levanten la bandera del orgullo de ser cada uno dueño de su cuerpo.

Son necesarios los radicales, los marginales, los heterodoxos, los creadores de conflictos tantas veces ridiculizados o reprimidos por el miedo de tantos temerosos a perder su terreno y, tal vez, probablemente, a que todos esos terminen siendo mayoría en cuanto hiciéramos un recuento pausado y sincero. ¿Cómo sería este mundo de aburrido, injusto y atrasado si sólo nos hiciéramos caso a nosotros, las personas normales? Digamos que el blanco y negro está bien como opción artística, pero el planeta en el que de momento vivimos está lleno de colores, al menos uno para cada gusto.

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