El interés de varios en equipos en hacerse con los servicios de Lucas Lobos en el mercado de invierno parece un hecho. Lo lógico es que ya hubiera pasado en la última temporada, pero la lesión de Tenerife truncó lo que se auguraba como una buena trayectoria. Este año, con el jugador argentino en su lugar natural y brillando en muchos partidos, parece natural que haya equipos que no quieran pasar la Navidad sin Lobos.

Con las arcas no muy boyantes y el equipo, de momento, alejado del objetivo del año, aunque en evidente línea ascendente -lo que suele ser determinante en Segunda-, no es extraño que a los actuales rectores, como le hubiera pasado a los anteriores, les chispeen los ojos pensando en algunos miles de euros que aportar al apartado de ingresos. Puede gustar más o menos, pero el Cádiz debe regresar también a otro de sus orígenes, junto al de la apuesta por la cantera, que es el de poner en venta a sus mejores valores.

Y si comprensible es esta política del club amarillo, aún lo es más el empeño del jugador en competir en una Liga de más enjundia. Aunque suene a topicazo de los buenos, también es cierto que la carrera del futbolista es muy corta y que el profesional, y Lobos ha demostrado con creces que lo es, está en su derecho de aspirar a las mejores cotas posibles, tanto económicas como deportivas.

El mediapunta llegó en un mercado de invierno y puede irse en otro. Aportó en su día una bocanada de aire al equipo, aunque sus certeros goles no sirvieran para la permanencia. Pero Lobos siguió en el club, incluso en Segunda, y su rumbo se torció con las siempre inoportunas lesiones. Ahora, con el viento más favorable, Lobos se deja querer. Y es lógico. Si se va, habrá que agradecerle lo que ha ofrecido al equipo. Y si se queda, habrá que seguir esperando de él que marque las diferencias. Su sustituto, llegado el caso, puede que esté en la actual plantilla.