Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Colaborar es la clave

Como dijo el propio Churchill, sólo hay algo peor que luchar con aliados, hacerlo sin ellos

El verano es una estación idónea para las lecturas relajadas, el visionado de documentales y la reflexión. O al menos, debería serlo. Porque últimamente andan muchos la mar de ocupados entre profetizar el Apocalipsis para el otoño, ya que no se produjo este verano y la batalla cultural de esa guerra permanente que ha cambiado el diálogo por el griterío y el argumento por el insulto. Al parecer, es imprescindible llevarse bien -buen rollito en versión más moderna- y, sobre todo, pensar lo mismo, para poder colaborar juntos en algo. Y nada más lejos de la realidad según colijo de mis lecturas estivales.

La relación personal entre Churchill y De Gaulle nunca fue buena. Digamos que el Viejo León británico sintió una duradera y cariñosa antipatía por quien encarnó la grandeur tras la estrepitosa caída de Francia. Cuando informaron al anciano expremier de los detalles de su funeral de Estado, aceptó el plan del gobierno excepto con una cuestión. Insistía en que su féretro saliese de la estación de Waterloo camino de Bladon, donde sería enterrado. Cuando le preguntaron por qué, contestó con sorna: "Si no sobrevivo a De Gaulle quiero que esté entre quienes reciban mi cadáver cuando llegue a Waterloo. Eso le irritará sobremanera". Durante la guerra, De Gaulle exigía participar en la toma de decisiones militares. En una ocasión insistía en llevar a cabo una operación que los británicos descartaban por sus bajas probabilidades de éxito y su alto coste económico. Ante la rocosa negativa de sus aliados, De Gaulle, espetó: "Los británicos solo están dispuestos a luchar por dinero. Los franceses lo hacemos por la dignidad y el honor". A lo que Churchill contestó, probablemente después de dar una chupada a su habano y beber un sorbo de whisky: "General, todos peleamos por lo que no tenemos".

Quizá, si miramos al pasado, encontremos suficientes respuestas para afrontar el futuro. Porque si dos personalidades antagónicas y con ideas muy distintas fueron capaces de luchar unidos, junto a otros líderes no menos contradictorios, para acabar con el enemigo común, parece más que posible que lo hiciéramos hoy. Decidir nuestro futuro debería unirnos porque, como dijo el propio Churchill, sólo hay algo peor que luchar con aliados, hacerlo sin ellos. Se puede, y muchas veces se debe, luchar al lado de quien no soportas cuando el objetivo es común. Porque todos peleamos por conseguir lo que no tenemos.

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