Punto de vista

josé Ramón / del Río

Cofradías sin Iglesia

UNA cofradía gaditana, la de la Expiración, ha visto amenazada su salida procesional el próximo Viernes Santo por el cierre de la iglesia del Santo Ángel, más conocida por La Castrense, que amenaza ruina. La diligencia de su junta de gobierno y la solidaridad de su vecina, la Universidad, en la plaza de Falla, habilitándole los espacios necesarios, ha posibilitado que la cofradía pueda cumplir su estación de penitencia.

Hace poco tiempo, leí que los presidentes de los consejos de cofradías de Cádiz, Jerez y Sevilla, se habían reunido en la iglesia de la Pastora de Cádiz para debatir sobre qué son las cofradías en el siglo XXI y el papel que deben jugar, porque aunque cada una tenga en las respectivas ciudades un sello distinto, todas se mueven con el mismo objetivo y, sobre todo, forman parte de la Iglesia. Obviamente los datos de Sevilla despertaron la sana envidia de los demás, en cuanto al respaldo social que tienen las cofradías, hasta el punto de afirmarse que "vivimos un esplendor como en ningún momento de la historia", precisamente cuando la descristianización o la disminución de las prácticas religiosas es un hecho evidente. Resulta que uno de cada tres sevillanos es hermano de una cofradía, que suman entre todas casi 200.000 hermanos y en cuanto a su obligación primera, que es acompañar a los titulares fueron, más de 60.000 (entiéndase todos los datos referido a hermanos y hermanas, porque la @ no está en el alfabeto). En la espera de ser aprobadas hay veinte asociaciones parroquiales que quieren convertirse en cofradías. Resulta, pues, que esta forma de evangelizar y de hacer apostolado, que empieza con la primitiva hermandad sevillana del Silencio, hace siete siglos, se ha demostrado como una de las más eficaces. Como decía el presidente del consejo jerezano, la formación religiosa que antes se daba en las familias y en los colegios hoy se da o se completa en las cofradías.

Pero todo crecimiento y expansión tiene su cruz. Resulta que asociaciones vecinales que tienen devoción a una imagen, a la que no se le da culto en una iglesia, han decidido sacarla en procesión (el último sábado en Sevilla fueron diez). Los promotores explican que conseguir la aprobación eclesiástica implica mucho tiempo y han decidido prescindir del nihil obstat. Son pues, en cierta manera, cofradías sin iglesia, cofradías piratas, las ha llamado Antonio Burgos. También en Cádiz, en los carnavales hay agrupaciones que se autodenominan "ilegales", porque no se registran para el concurso del Falla. Pero la cuestión es distinta, porque una cofradía al margen de la Iglesia, de su parroquia, dejando a salvo la buena fe de todos, no es procedente.

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