DE forma no oficial, de hecho aunque no de derecho, se ha constituido a la manera porteña, un Círculo Gastronómico del Gañoteo cuyo objetivo principal fundacional, es conseguir un desayuno, aperitivo, degustación o el summun --una comida-- o que te lleven en coche, por la patilla. Los damnificados, que ya portan una estrella roja símbolo de haber sido sujetos pasivos de la conviá sangrante, van a constituir a la contra, una hermandad doliente para huir de estos gorrones, como el que huía de un apestado en la Edad Media.

El bajante de estos personajes es de la categoría Premium. Llevan a gala sorprender tu buena fe. Te piden lo acompañes a desayunar y poco antes de llamar al camarero para proceder a la ceremonia del pago contado, cogen el teléfono móvil, se salen fuera y hacen como que hablan --siempre están muy atareados al teléfono-- y te dicen: "--Paga tu, que yo tengo que ir al banco, que no tengo". Pagas, por no mandarlo al Pago de Balbaína a pleno sol, y le observas una sonrisa, rictus de satisfacción, como pensando: "--Te la he metido hasta el cuadril". Mas agarrados que el socarrat a la paella.

En el mundo de la Fiesta de los Toros son históricos estos semovientes. Una vez le dieron una entrada y desde entonces se abonaron a recibir su pase de pescuezo, fuese la corporación que fuese, --o la empresa--, la que gestionase el coso. Esto se hace extensivo a los espectáculos no taurinos.

Esta especie de peste bubónica, de gripe española, de epidemia del sablazo es una lacra que uno pensaba se había extinguido en pleno siglo XXI, pero no, que la habilidad del cuelo ha vuelto con mas virulencia, habiéndose hecho resistente a los antibióticos de la educación, la urbanidad y el buen gusto. No es que necesiten del gorroneo, es una mutación en el ADN de las criaturas que lo practican, en la que viene escrito no desconcharse a la hora de pagar, cuando se sale a tomar algo con los paisanos. Poseen un zoobotánico en la faltriquera, con predominio de musgo y cocodrilos en el bolsillo.