Línea de fondo

josé Antonio López

Claudio titubea

EL Cádiz ha sido siempre un equipo muy literario. Aquí han encontrado acomodo Quevedo, en dos etapas, y Calderón, que ha vivido dos veces su particular drama sentado en el banquillo cadista. Hasta tuvo un jugador que se llamaba López, en la época del ascenso de Elche, y a quien la grada llamaba Lope por aquello de la economía lingüística y, en el fondo, por otorgar al club ese carácter ilustrado y culto que se presupone en una ciudad trimilenaria.

En esta convulsa etapa actual, tampoco se queda atrás el interés literario de un Cádiz que tiene en Claudio al titubeante emperador de la novela de Robert Graves, llevada posteriormente a la televisión, y al derrotado Vizcaíno, uno los pocos personajes de El Quijote que es vencido por la espada del ingenioso hidalgo.

Porque Claudio, como el homónimo emperador romano, está inmerso en un mar de dudas que, desde hace tiempo, ahoga al equipo en muchos partidos. Incluso en algunos de los que ha ganado y que, sin embargo, no ha sido por el bueno juego, sino por un golpe de suerte en los últimos minutos. Ni las alineaciones ni el sistema de juego contribuyen a aclararse, ni a los jugadores ni al aficionado, que observa estupefacto cómo se permite hacer probaturas a mitad de temporada, como ocurrió con el mediocentro defensivo frente al filial del Granada.

Y si Claudio titubea, Vizcaíno le acompaña con éxito desde los despachos, olvidando que un último mandoble, como le ocurrió al Vizcaíno quijotesco, puede dar con sus huesos en el suelo por mucho que se cubra con el cojín más grande que encuentre a mano. Eso no salvó al Vizcaíno del Quijote y tampoco le servirá al presidente cadista.

Desmontar en diciembre una plantilla para tratar de demostrar lo que se hizo mal en verano sólo tendría sentido si los nuevos fichajes vinieran rodados y ofrecieran garantías, sin que tenga que hacerse una segunda pretemporada.

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