EL crecimiento sostenido que, desde las autonómicas de 2015, ha tenido Ciudadanos en Andalucía, hasta convertirse en pieza clave de la gobernabilidad con sus nueve parlamentarios autonómicos, parece haberse estancado.

Si en marzo del año pasado, el 9% largo del electorado andaluz confió en el partido naranja para que les representara por primera vez en el hospital de las Cinco Llagas, en diciembre, el porcentaje de electores seducidos por los mensajes de Albert Rivera creció hasta un 13,8% (lo que le supuso 8 diputados andaluces), ahora los sondeos no pronostican un nuevo impulso y mantiene como máximo la representación lograda el 20-D y un respaldo en votos prácticamente igual.

Quizás por ello, el presidente del grupo de Ciudadanos en el Parlamento de Andalucía, Juan Marín, lanzó desde un feudo del PP -Almería- un mensaje de entendimiento con el PP. Marín dijo que "una vez más" tiende la mano al Partido Popular y recordó a los populares que Ciudadanos "no es su enemigo".

Dirigiéndose al presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, que un día antes cargó con contundencia contra los naranjas, le invitó a sumarse a sus propuestas de regeneración democrática, como los trabajos para suprimir los aforamientos o reformar la ley electoral en Andalucía.

Marín le dijo a Moreno que Ciudadanos "no es el enemigo del Partido Popular, sino de los corruptos y de aquellos que no quieren mover nada en este país". "Estamos aquí para ser útiles a los andaluces y no para la confrontación y la pelea a la que algunos quieren llevarnos", subrayó Marín, quien para enfatizarlo más afirmó que su partido "siempre tendrá la mano tendida" al PP.

Detrás de esta apelación al entendimiento subyace la intención de despojarse de cierta imagen de que se ha convertido en la muleta del PSOE de Susana Díaz. Realmente, C's es quien garantiza la gobernabilidad, pero esa utilidad y centralidad que hasta ahora le permitía crecer en votos y escaños se ha frenado.

Desde el PP se le señala una y otra vez la doble vara de medir que, opinan, tienen cuando exige responsabilidades políticas: intransigencia cuando los afectados son populares y laxitud si son socialistas. Y la presunción de inocencia es igual para todos. El caso del consejero Antonio Ramírez de Arellano es una buena prueba de ello: no pidieron su cabeza y la justicia lo ha exculpado. Con otros casos, como el ex alcalde de Granada, José Torres Hurtado, que sigue siendo presuntamente inocente, prefieren matar a Montesquieu: dotando al poder legislativo una capacidad otorgada exclusivamente al judicial en la separación de poderes ideada por el filósofo francés.

Para argumentar su intención de entenderse con el PP, tanto como con el PSOE, según sus propias palabras, Marín dijo que Ciudadanos ya ha demostrado que los temas importantes "se consiguen a través del consenso, del acuerdo y el diálogo y no de la confrontación", por lo que ha defendido que "si algo es útil" es votar a su partido puesto que "es la herramienta que ha permitido los cambios".

El líder regional de la formación naranja sostiene que tiende la mano al PP "igual que al PSOE" porque entiende que "con Podemos es imposible", ya que el modelo económico y los principios que defienden Ciudadanos y el partido que dirige Pablo Iglesias son "completamente incompatibles". De hecho, su llamamiento a la gran coalición fue tan diáfano como los que hace cada día en los mítines Mariano Rajoy: "España necesita el próximo 26 de junio un gran Gobierno, un Gobierno de coalición, un gobierno de manos limpias, donde los constitucionalistas de una vez por todas seamos capaces de ponernos de acuerdo para solucionar los problemas que tiene este país y sobre todo para regenerar España porque buena falta le hace", dijo Marín para añadir: "En el PP, el PSOE y Ciudadanos hay gente suficientemente capacitada como para presidir este país, pero sobre los que no debe de pesar la menor duda sobre la limpieza y la corrupción que no exista en sus propios partidos, que es lo importante".