Anteayer, cuando enumeraba las razones que puede haber tenido Pedro Sánchez para haberse montado el mayor aparato gubernamental de la historia, estuve tentado a poner una de más. Iba a decir: quiere ese aparataje para esconderse detrás. Porque no ha dado ni una sola rueda de prensa con preguntas desde que es presidente. Ni una. Y se reían del plasma de Rajoy.

Hubiese sido una pifia, porque Sánchez no quiere esconderse detrás de nadie bajo ningún concepto. Ni hablar. Él no quiere hablar, porque sabe que por la boca muere el pez y puede decir, con enorme facilidad, cualquier tontería. Eso le honra: el autoconocimiento. Prefiere su perfil que su discurso, y hemos de reconocer que es una sabia elección. Esta es la clave principal de su trato con los nacionalistas.

Por supuesto, Sánchez cede con los independentistas por un cóctel molotov de motivos: para marcar distancias con el antipático de Rajoy que se obcecó con el cumplimiento (más o menos) de la ley, para pagar los votos que le auparon a presidente del Gobierno, porque tampoco le importa demasiado la unidad y la dignidad de España, etc. Pero tiene un motivo más urgente. Su misión ahora mismo es chupar cámara. Con la mejor postura posible. Si estuviese poniendo los puntos sobre las ies a los independentistas, estos le quitarían espacio en la fotografía de la crispada actualidad española. Por tanto, su filosofía es "Niño, deja ya de joder con la pelota", como la de Serrat. Así que Sánchez les regala la pelota para que se pongan por ahí a dar sus patadas, pero fuera.

Para sus planes de marketing, que son los que tiene, Sánchez necesita un fondo bucólico de tonos pastel que no interfiera con su perfil de viva moneda que nunca se volverá a repetir. Enfoquen todos los movimientos de Pedro Sánchez con ese objetivo. Verán nítidamente que no hay gesto que haga que no sea para salir más favorecido en la foto o para evitar aquello que le desenfoque o le haga tener que compartir el encuadre.

Tiene su lógica. No cuenta con demasiado tiempo para levantar su pésimo resultado electoral en las próximas convocatorias. Y su imagen vale más que sus palabras. Uno de los escolios de Nicolás Gómez Dávila que más me impresionan es "Pasar de moda es mortal para el error". Se le aplica como un guante. Salirse de la foto para Sánchez es letal. Es algo -recuerden a Alfonso Guerra- que obsesionó de siempre a los socialistas, pero a él más.

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