EL independentismo catalán está aprovechando el largo período de interinidad por el que atraviesa la política española para hacer una escalada de gestos que van desde la pretendida puesta en marcha del conjunto de leyes que deben configurar el entramado estatal de Cataluña hasta la creación de una consejería dedicada a los asuntos exteriores. Si algo conviene a los propósitos del Ejecutivo de la Generalitat es que la situación actual en Madrid se prolongue todo el tiempo que sea necesario y que además se salde con la formación de un Gobierno cuanto más débil mejor. El presidente Carles Puigdemont y sus socios de Esquerra Republicana jugarán todas sus bazas para que la posible investidura del candidato a la Presidencia del Gobierno pase por el apoyo, mediante la abstención, de los separatistas catalanes y poder luego cobrarse la factura. La Generalitat sabe que cuanto más dure la incertidumbre más posibilidades tienen de avanzar en el proceso secesionista, porque pondrían al Estado ante una situación de hechos consumados. En este sentido es oportuno subrayar que el Gobierno en funciones debe actuar como hasta ahora y llevar a los tribunales cuantos pasos se den en ese sentido. Ha pasado la semana pasada con el anuncio de recurso al Tribunal Constitucional contra la pretendida creación del ministerio de exteriores de Cataluña. De todas las iniciativas que se puedan tomar contra la cohesión nacional, las que más deben preocupar son las dirigidas a la comunidad internacional, porque si logran abrirse paso se estará trasmitiendo el mensaje de que España ha comenzado a ceder. Pero para que el Estado muestre su fortaleza es necesario que las fuerzas políticas exhiban una unidad sin fisuras en la defensa de los principios de la unidad nacional. La actual situación política no es la mejor para afrontar una cuestión tan decisiva. El Partido Popular y el Partido Socialista están en posiciones absolutamente enfrentadas tras las elecciones del pasado 20 de diciembre y ello ha terminado afectando al pacto político que existía para hacer frente al desafío independentista. Todavía no se sabe cuánto va a durar el proceso hasta que se produzca la investidura de un candidato a la Presidencia del Gobierno y tan siquiera si ésta se producirá o habrá que ir a nuevas elecciones. Pero, en cualquier caso, es necesario no bajar la guardia y recomponer el consenso básico para mantener la unidad del país. En asuntos de tanta trascendencia como éste no se puede hacer política de partido, hay que hacer política de Estado porque es el Estado el que está directamente amenazado.

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